Señor, si para mí, tu eres una flor
tu fragancia ha de liberarse;
les llegará a los demás...
de tu aroma han de regocijarse.
pero si para mí, sin ti, soy la espina
cómo puedo ser una flor
para los demás?
Si del amor tu eres ejemplo,
déjame gozar de su hermosura,
dame de la blanca vestidura
y déjame entrar al templo.
Y al tiempo, lo llamaré perfecto
cuando ya no se nublen
mis nobles acciones,
y evité caer en tentaciones
de no desviarme de lo correcto.
Señor, si para mí, tu eres una flor
que contiende con las demás flores,
permíteme ser parte de ellas...
quiero dejar todos mis temores.
Quiero levantar fragancias de amor,
en tranquilas ramas,
en prendidos sueños,
dónde el aroma perfuma
eternamente los cielos.