Declarándome las mil y una visión,
dibujo frente a mí el rostro de la muerte,
aprovecho mis impulsos profanando el silencio,
registro la ofuscación en mi mente.
Me desplomo alucinado en una pila punzante,
el alma como un pájaro flota desteñida,
entre sus alas me elevo hacia la ficción,
medito sin soltura ficticias esperanzas.
El firmamento se inclina en la silueta de los sueños,
deja de nacer el aroma de las blancas nubes,
las llamas de la aurora son espíritus de otros mundos.
Se rompe los esquemas, las nociones y los años,
por razones cobardes y homicidas, el sol se esconde,
querer recobrar lo humano es un estilete sin sentido.