Frescor impalpable como el rocío,
último motor confiado a la vida,
un fulgor que vislumbra en la salida
el color siempre nuevo del estío.
Ante la adversidad parece que huye
dejando al amor perdido en la bruma
¡Oh corazón no dejes que te asuma
el fantasma del miedo que destruye
los sueños del hombre! Desperdigados
tus anhelos, en la lluvia diluidos,
por la nada parecen socavados.
¡No escatimes, corazón desvalido
el canto de tu halcón empecinado
y lucha por lo que siempre has querido!