La piel del Tártaro arde
en interminables escamas de sol.
Balas disparando alas de fogueo
entre el mes de las mariposas
y su mirada analfabeta.
Ya de día
la llama arrugada
hastía a los despiertos
con su papiroflexia,
sobredosis del fuego
la claridad busca un interruptor,
en la tierra del ámbar,
donde el eco
es el bisturí de una soledad
hambrienta de crisálidas.
Bestiario de un tiempo ilusorio.