Amigo mío, quédate
No alejes ya tus pasos
en esta hora de fiesta.
Déjame celebrarte
porque ya el cielo raso
enciende el color de tu alma ligera.
He aquí mi canto el que te doy, mi amigo.
Una confesión sincera, salida
de lo profundo del alma. Mi vida
se siente plena por viajar contigo
por los ríos y mares de esta historia encendida
por las risas y los saltos,
por el deber y los cantos,
por las noches de alegría
y el sabor de cada día
que degustábamos con ambición y trabajo.
Amigo, vive, disfruta.
Amigo, no te mueras.
No dejemos que el ocaso apague tu sonrisa
Bebamos del alba la eterna brisa
que despierta el corazón y el sabor de las hierbas.
Amigo, sabes que estoy
Tu sabes que yo puedo
Poner mi hombro a tus ojos dolidos,
reír hasta que el tiempo se haya ido
y recordar todas las horas, en las que espero
que hayas disfrutado de tenerme como amigo.
Amigo no te calles,
cantemos juntos aquí a la alegría
que se alza como pájaro en el río.
Amigo, este es mi anhelo
que vayas tú sonriendo por la vida
recordando que soy y seré siempre tu amigo.