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**~Novela Corta - Una Sola Luz en la Triste Soledad - Parte I~**

El amor de Nicanor fue una mujer rebelde, tenaz y muy ruda, pues, su forma de amar era tan salvaje como el mismo amor que se tenían entre Nicanor y ésa mujer. Cuando en el alma de Nicanor se vé como una luz descender si él era tan feliz como tener su amor entre sus brazos. Ésa mujer era todo para Nicanor, si era su ilusión, su compasión, su amor eterno y más que eso su pasión tan terriblemente audaz. Cuando en el combate de dar amor y pasión se embriagó de ternura y de sosiego clandestino y de una audaz suspicacia en querer amarrar el amor en el mismo centro de su corazón, pero, no, llegó en ser como la órbita lunar atrapando con su órbita el cuerpo y más que eso un altercado frío y tan desnudo como lo fue atraer el desconcierto de luces veraniegas en que más se ama como la brisa de un viento frío y tan álgido en que sólo abraza lo que era pasión. Cuando ella lo ama, a Nicanor, como en su piel morena un terrible sol en que se viste su cuerpo y más que eso a su piel de trigo o de maíz. Cuando en el trance de la verdad Nicanor como el más rudo y el más fuerte de los hombres se dedicó en amar y a respetar a su mujer como en la vida lo dice y más que eso lo aprendió, pues, en su alma se vé la luz de su propia alma. Si en la luz se ven sus ojazos color café, como el color del maví, cuando en el alma, hasta en el alma se dió como el mismo frío nefasto de creer en su sinceridad. Cuando en el aire se siente un frío y tan frío como el mismo silencio, dentro del mismo combate tan álgido, y se preguntó que si la ama como el mismo viento que golpea a su piel como dejando el frío en el alma. Y sí que la ama dejando inerte el corazón y dejando estéril el alma con la luz de sus ojazos de color café. Cuando Nicanor siente el calor como el mismo horror en su propio destino. Si en el alma y en su ilusión es como una inmensa pasión, que dentro del desnudo de su propia piel se vió reflejada en el alma la luz, sí, la luz de los ojos de ella en su mirar. Y era el amor y más que eso, era preso de su futuro instinto, cuando se dió el refugio en su piel, que desnudó el aire en su propio camino. Cuando el alma de Nicanor se vió aterrada y tan fría y álgida como el mismo viento de refugiar el alma entre sus regazos más candentes como el mismo frío del alma. Y sí era su amor, de siempre y de toda la vida, siempre y cuando nunca le mintiera cuando su alma no soportaría ni una sola mentira de ella, de su vida y de su camino. Solamente la destruirá y la dejaría sola y abandonada, aunque él quede solo y abandonado con una sola luz en la triste soledad. No le importa quedarse solo y triste si su amor lo engaña con una vil mentira, la cual, la dejará para siempre y la dejará en el mismo combate de siempre. Si siempre y cuando el amor vá con él y con él el amor. Y lo más importante era ser fiel hasta el final de sus días amando por siempre hasta el fin al amor eterno entre Nicanor y ésa mujer. Cuando en el trance de lo imperfecto se aferró a la muerte y más que eso, se dió el combate de creer en la osada atracción de discernir un buen perfecto delirio en amar hasta el fin de sus días. Y de tener un buen juicio, hasta que el desafío se aferró a la mala suerte de entrever en el amor un odio, el cual, no quería ni ver, ni observar ni sentir. Cuando en el trance de la verdad se aferró al delirio feo y trascendental de mirar el amor como un rencor devastado y aferrado al feo desasosiego inerte y tan frío como el delirio inerte, de creer en el alma una ciega luz. Si en el desconcierto del amor, se aferró al deseo y más que eso al universo lleno de estrellas universales dando preámbulo a un sin fin de amores clandestinos como el de ellos dos. Cuando en el desierto de un numen inventado se aferró al amor abstracto de creer en el alma llena de bondades nuevas y de ternura sosegada en el alma y en el trance de la verdad. Si en el trance de la verdad, se hechizó, un nuevo rumbo hacia el mismo perfecto momento en que Nicanor ama a ésa mujer verdaderamente. Cuando ocurre el desenfreno o el freno de adquirir más poder en el alma desatando una furia inerte y tan fría como el poder ser dentro del mismo imperio un sólo momento. Cuando ocurre el mismo desenlace final de creer en el desierto mágico de la imaginación. Cuando se siente como el mismo trance perfecto de la vida misma, cuando en su amor y en su eternidad de desnudar su corazón, sí, que ama a ésa mujer. 

Nicanor encuentra que la desnudez de su mujer se aferra al desacierto mágico de una sola imperfecta mentira. Cuando en su mundo y en su insistencia autónoma de creer en el mal comienzo de dar con una verdad, se aterró su alma a ésa cruel mentira. Y se fue por el desierto, por el rumbo sin dirección, y sin más que el desacierto autónomo de creer en el desenlace final de un mal comienzo. Cuando en el aire y con el rencor se dió como el temor incierto de creer en esa cruel mentira de dar como el aire frío en esa alma devastada, pero, ruda y por más que eso tan fuerte como el poder de ser como el cruel desastre de creer en esa mentira. Y no fue una mentira sino una verdad cruel de un vil porvenir y de un futuro más incierto que verdadero. Como lo fue creer en su alma, fue que quiso desnudar su frialdad en su más terrible mal final. Y en su más incierto deseo se vió alterado como frustrado y como en el mal deseo se vió venir y acercarse a él como el más terrible de los casos. Cuando en su más recóndito y siniestro lugar y por un altercado frío y tan nefasto como cualquier cosa, se vió aferrado al desierto inocuo. Cuando en el aire y en el frío y tan álgido como la mala consecuencia se vió aterrado al frío y al mal desastre de creer en la alborada mágica de dar con la luz a toda plenitud. Cuando la mentira cruel y el mal desastre de dar con la mala ilusión, se vió aterrado al mal instante de dar con el alma fría y tan álgida como el mal común entre ellos dos, entre Nicanor y su gran e inmenso amor. Cuando en el altercado frío y nefasto de un sólo álgido viento, se dió como el frío desenlace de creer en la órbita lunar que atrapa más a su cuerpo dejando inerte el corazón. Cuando en el desenlace o en el final desacierto y es tan escalofriante obtener un sólo desafío. Y se ofreció el alma de Nicanor como el cualquier desafío inerte, inocuo e inalterado y electrizando la forma más inalterada de creer en la inestabilidad de dar con una pesadilla por esa cruel mentira de dar con el alma sin luz. Si la mentira de ése amor, puro, incoloro, y tan nefasto como cruel de esa pesadilla, se vió aferrado y aterrado y tan frío como el delirio y tan álgido como el frío en su alma. Cuando fríamente se vió Nicanor alterado, inestable, rudo, tenaz y muy fuerte en su afán de obtener el alma llena de dolor, quedó gélidamente frío y más que eso como lo más fuerte de creer en el alma llena de temor incierto. Y esa cruel mentira le hizo a Nicanor más que un mal y un inestable pavor dentro de su propia alma. Desfigurando que el calor quedó como todo un frío en el alma, y más que eso como un vicio en sus propios labios sedientos de un amor y por una mentira de creer en el alma llena de un frío y de un sólo  peor desastre. Cuando en su afán de dar con la luz entre su alma, y su pasión desnuda, anuda el desastre de creer en el ingrato porvenir. Cuando desafortunadamente se creó como el mismo mal imperio de dar con el frío desde su propia alma. Si en el alma de Nicanor se aferró al mal deseo de dar con el mal indecente de creer en esa mentira de ésa mujer, la cual, él amaba con todo su corazón. Pues, el murmullo y el clandestinaje de habladurías de un barrio, el cual, se aferró en el día, una conmiseración jurada y de un ambiente cruel y tan desafortunado, pero, bastante vil y por un mal inconsciente. Si en el alma se vió atormentado, pero, fuerte y tenaz como el alma vá y viene una sola luz en la triste soledad. Cuando por contemplar a su alma, se vió aterrado y fríamente triste y de un indeleble corazón por un sólo mal desastre. Si en su alma, se vió álgido y comúnmente como un odio frío e inocuo perecer en su parecer y en su insistencia en ser feliz. Si en su ingrato porvenir se vió horrorizado de un gran espanto cuando escuchó la mentira de un murmullo de ésa mujer, a la cual, le ripostó lo dicho. Cuando en su fría alma se dió como el fuego de un delirio y tan feo como el desastre en creer en esa mentira, la cual, se aferró al mal deseo de abrir una herida tan cruel y tan real como el haber sido engañado por ésa mujer. 

Ésa mujer, la cual, era el amor de Nicanor, fue una mujer ruda, tenaz y muy fuerte. Siempre ella tenía las de ganar, pues, en el alma se vió el instinto, aferrándose siempre a la luz del alma de Nicanor. Como un delirio feo, pero, tan suave como el algodón de esas nubes clandestinas por un serio porvenir. Sí, el murmullo se dió y se aferró al deseo en ese barrio clandestino y de un frío camino, en el cual, se acordó como el más terrible de los momentos. Si Nicanor se aferró al imperio sosegado de un instante en que se cree como la más inmensa mentira engañosa de saber que el destino es un sólo cruel camino. Si corre como el viento, o como el mismo tormento. Cuando Nicanor, se hechiza de ése amor tan clandestino y tan feraz como la verdad. Cuando en el tiempo y en el ocaso se siente como el mismo desenlace o como el mismo final del día en que se siente como el mismo percance de sentir el desaire de un mismo viento álgido. Y sí, que ésa mujer, el amor de Nicanor, se aferró al deseo de sentir el silencio y más que eso en el mismo instante en que se da el mismo final de todo un día llegando la noche fría. Y con una desventura de un sólo desastre en que se siente como el mismo llanto o como el mismo dolor. Si en el desierto mágico de creer en el alma con una luz descendente se vió atormentado y fríamente en el aire como el mismo veraniego dolor de un calor en que no se siente solamente al lado de ésa mujer. Cuando en el viento gélido de creer en el combate de dar con el dolor o como al mismo tiempo nefasto frío y caluroso. Cuando en el alma se dió como abrir el desierto mágico cuando en el alborada y en el amanecer llegó otro día buscando el alma fría, y condescendiente de dar con el calor sin frío, pero, el murmullo frío y tan álgido de ver el cielo lleno de nubes grises sólo le dió un mal tormento de saber que su camino era tan frío como el mismo desconcierto de su alma sin luz. Y Nicanor se aferró al mismo tiempo y más que eso al mismo imperio de sus ojos llorando por ese murmullo, pero, no, era una mujer fuerte y tenaz, afortunadamente era audaz, ruda y muy fuerte de sentimientos. Porque cuando se siente como el ave rapaz capaz de volar como depredador. Cuando el alma se aferró a la luz se sintió suave y delicado, como el mismo tormento de grises nubes en el mismo cielo. Cuando en el alma sucumbió un sólo zumbido del murmullo de saber que en el cielo alto llegó la habladuría de saber que el deseo se dedicó en saber que el ocaso se enfrío como el mismo tormento, y lleno de lluvia y de saber que su insistencia es como el saber que su presencia era el calor, pero, el frío se automatizó la espera de creer en el desconcierto frío y tan inconsciente cuando la ausencia era mejor o peor que estar allí presente. Y Nicanor, fue como el mismo hombre fugaz, audaz y tenaz, como ella, como su mujer, pero, más pudo el murmullo y la habladuría que al mismo tiempo. Cuando en el trance de la verdad se aferró el frío y el mal desastre, cuando en el alma se dió como la misma ineficaz luz dentro de su alma sin luz. Cuando Nicanor se aferró al mal deseo de creer en el alma fea, desastrosa y febril, deseando la buena voluntad de cada quién, cuando en el alma fue un sólo dilema de dar con el dolor febril y tan desafortunado. Cuando en el alma se sintió como el deseo de creer en el alma tan funesta y tan irreal como el débil murmullo y tan real como aquella vez, en que se siente como la fe y como la espera en esperanza, la cual, nunca se dió. Cuando se intensificó la crueldad de dar con el dolor y tan irreal como el mismo fuerte dolor. Cuando en el ire se siente como el mal deseo de poder sentir en el alma un álgido temor y una ansiedad llena de pavores nocturnos. Cuando la pena de Nicanor fue y será siempre el amor de ésa mujer la cual, le dejó el murmullo susurrando tocando a la puerta de su alma sin poder salir de allí y de ese cielo conmísero, devastado y tan ruin. Porque en el alma de Nicanor quedó como el tiempo y como el mismo méndigo y por tan funesto latente y delirante de creer en el alma a ciegas y todo por esa cruel mentira.



Continuará…………………………………………………………………………………………..