Texto:
Yo viví con tu fuego las pasiones
que delirios divinos nos provocan
y que ofrecen las bellas ilusiones
que en supremas entregas desembocan.
Con tu rostro de niño muy travieso
que posee tan mágica sonrisa;
yo quisiera volver al embeleso
de sentir de tu amor su suave brisa.
Glosa-Glosa.
Yo viví con tu fuego las pasiones
que encendieron mis sueños de poeta
y clavaron en mi alma la saeta
de quimeras que rompen corazones.
Fue tu luz ramillete de emociones
que traían el fuego de tu beso
donde siempre flotaba el gran exceso
cuando tu me decías tiernamente:
Apacigua mi fuego tan ardiente
¡Con tu rostro de niño muy travieso!
Que delirio divino nos provocan
esas noches tan llenas de luceros
donde abundan suspiros placenteros
que nos brindan ensueños que sofocan.
Yo bebí de los vinos que dislocan
de tus labios sensuales de Artemisa
que me dieron la cálida premisa
de la esencia suprema y voluptuosa
de tu boca tan roja y lujuriosa
¡que posee tan mágica sonrisa!
¿Y que ofrecen las bellas ilusiones
que me pides vivamos nuevamente?
¿Son destellos de antaño, que inconsciente,
se iluminan con nuevas sensaciones?
Si tu fuego despierta a borbotones
de esas formas que calan hasta el hueso,
con ardor, te lo juro y te confieso
que repleto de ideas muy proscritas
empapado de anhelos sibaritas
¡yo quisiera volver al embeleso!
Si en supremas entregas desembocan
los torrentes lascivos de tu vientre,
deja entonces, mujer , que yo me adentre
en tus llamas, que el alma siempre tocan.
Como aquellos pintores que retocan
de una diosa su imagen imprecisa,
llegaré a tu recámara sin prisa
a trazar de tu cuerpo su hermosura
con pincel que dibuje la locura
¡de sentir de tu amor su suave brisa!
Autor: Aníbal Rodríguez.