¿Dónde empiezan las cadenas?
Atrapada, sin rumbo
miro al suelo y a las estrellas
y me miran, me lanzan un cumplido
con su luz al destellar.
Me levanto, cierro los ojos
y me estiro para alcanzar
un poco de realidad sabor a sueños,
hasta que empiezo a tropezar.
Caigo y frunzo el ceño
Al ver cadenas que me impiden caminar.
Entre confundida y decepcionada,
empiezo a palpar el extremo atado a mí
hasta llegar al final de la cadena.
¿Qué hay aquí?
Son raíces y espinas
mantenidas desde siempre ahí,
esperando a ser encontradas
y reconocidas por mí.
Entre miedo, confusión y llanto
las toco, me lastiman y me atraviesan.
El dolor me consume, admito.
¿Cuántos días más de dolor me esperan?
De pronto, el dolor me fusiona
y aunque lo desconozco, me pertenece,
así que confío y me atrapa,
se queda, reposa y luego decrece
y me libera, cual prisionera
y lo atesoro, como aprendizaje.