querido yo
admite que estás perdido
en mañanas de unos ojos
que aún ciegos, parecen ver
y sienten sin saber
querido yo
asemejas que el ciego eres tú
más reprimes absorber
esencias inequívocas
con raíces en el ayer
querido yo
desampara la mirada
cual suscita pesares
cohíbe las sentencias
pues mutilan credulidades
querido yo
abandona esas verdades
que a luceros apuñalan
y deja morir en paz
la aflicción que te acompaña