Vive la piedra en la esteril realidad
de su agonía,
sin sentir la agonía de los tiempos,
en eterna inmovilidad
sin rebeldía,
esperando transformarse en curiosidad
de un día
en las manos de un arqueólogo enamorado,
que la guarde para siempre
entre cristales,
que miran en silencio de aficionados
los visitantes del museo de los tiempos.
Prefiero el silencio forzado de los muertos
que morir en vida dejando la vida en el silencio,
ajeno al misterio de la piedra eterna,
que por ser eterna
vive entre cristales todo el tiempo,
sin necesitar conocer las horas del día
porque nunca llegará tarde
a su propio entierro...
Frank Calle (3/ nov/ 2021)