Rafael Escobar

\"LA CUPERTINA\"

 

 

Mi querida Cupertina

te miro y quedo asombrado

de la forma que has cambiado

tu figura campesina.

Se miraba tan divina

tu carita sin pintura

con una sonrisa pura

y tu piel fresca y lozana

como la bella genciana

que nos regala Natura.

 

Tu negro pelo trenzado

con ese brillo azabache

hoy parece de mapache

pues de rubio lo has pintado.

Me quedaba embelesado

cuando tus manos peinaban

esas trenzas que colgaban

con olor a clavellinas

cayendo cual serpentinas

que tu espalda acariciaban.

 

Te conocí un mes de abril

calzando lindos huaraches

y bebiendo los tepaches

que te ponían febril.

Vestida en lindo huipil

eras diosa nagrandana

con la magia soberana

de nuestra indígena raza

con esa gloriosa traza

que supera la de Diana.

 

Recuerdo siempre aquel beso

que tus labios me ofrecieron,

de los míos se prendieron

embriagados por mi exceso.

Con gran pasión te confieso

que me encanto su dulzura

sabiendo a fruta madura

sin colágenos esteticos

con los sabores patéticos

sin sapidez ni frescura.

 

Mas después que te marchaste

hacia la gran capital

tu belleza original

por vanidad la dañaste.

Hasta el nombre te cambiaste

de Cupertina a Raquel

y tus ojos color miel 

hoy se miran apagados

pues los mantienes nublados

con demasiado rimel.

 

Usando bonitos chales

actúas como extranjera

olvidando eres ranchera

que preparaba tamales.

Ya perdiste los modales

que distingue a nuestra gente

de ser amable y sonriente

y te portas como diva

con esa mirada altiva

tan fingida y deprimente.

 

Ahora en vez de admirarte

tan bien emperifollada

te miro como manchada

de tanto y tanto pintarte.

No es mi intención insultarte

tampoco herir dignidades 

mas las regias cualidades

de tu innata y gran belleza

se perdió entre la maleza

de tus locas vanidades.

 

Autor: Aníbal Rodríguez.