Cuando abriste los ojos
encontré la solidez al dednudo,
y ya me creia padre.
No sabías del sendero espinoso
que yo peregrinaba
y me aferré a tus manos,
me sentía también sor.
Tal vez no era una misión citada,
ni esa inspiración,
incluso, ni sé si supe consumar.
Hoy ya eres la consecuencia
de mi huerto,
otro de mis hombres amados.