Su insomnio no nace de tomar otra taza café,
ni del estrés del trabajo
No hay una sola oferta para ella.
Tampoco es por la presión de los estudios.
Ya no guarda confianza en si misma para nada.
Siente solo un miedo que sabe que va aumentar cada hora
que llega con las semillas del futuro .
Ya no es dueña de su destino para nada.
Se contempla aún hermosa aunque triste en el espejo,
y se peina los cabellos con el corazón en la garganta ,
cantando la canción de siempre que habita en su cabeza :
esta mañana es igual a la de ayer,
es igual a la de mañana,
con otro café para ir a servicios sociales.
Ella acaba en la silla paralizada,
con la espalda recta ,
surrurando como una alondra
lo que todos saben en servicios sociales desde hace tiempo.
“Que es la reina de una casa embargada,
que su hijo está embrujado por las drogas,
que su marido lanzó platos contra las paredes,
antes de largarse con su hermana y todo su dinero”
Extiende sus bracitos a la trabajadora social
con sus últimas fuerzas
como el vencido que pide por su vida.
No obtiene la empatía solicitada.
Aquí no hacemos caridad como en la iglesia-le responde-
haremos un informe que seguirá de un procedimiento .
Ella asume con el gesto que lo entiende
y pide otra cita con otro café para volver a servicios sociales,
ocultando un grito volcanico en su boca de paloma disecada,
que estalla dentro.
Su informe se acomoda entre cientos en un cajón.
Un hombre se le acerca en el bar donde pide otro café antes de volver a casa ,
y se va con él sintiendo miedo,
por tener más miedo a resistirse sola.
Ángel Blasco.