Siempre vagando en la penumbra,
viviendo entre Las dudas
que el tiempo levantó
muertos que flotan en las sombras
de un mundo que ha forjado
su propia destrucción.
Sobreviviendo a los dictados
de un ego despiadado,
sin fe ni compasión,
presas de nuestros propios miedos
ahogados entre las olas
del mar de la ambición.
Nos destruimos uno al otro,
cavamos nuestras tumbas
con odio y con horror,
envenenamos nuestra tierra
sembramos la cizaña
de envidias y rencor,
emponzoñamos nuestros mares
secamos nuestros ríos
y nuestro corazón.
Ruego al Señor del universo
que pronto nos devuelva la paz y la razón
que como padre nos convenza
que todos somos hijos del mismo creador
que nuestra madre es nuestra tierra
que sin amor, el mundo no tiene salvación.