Íbamos por un cielo plácido de tonos grises
Sobre pedazos de la tarde que se despide
Sin pensamientos,
Al ocaso del viento
Resignado de quietud en la hondura lejana
Nuestras almas consagrando el pacto
Para continuar el vuelo
En la generosa suavidad que nos brinda la altura
Hasta alcanzar el éxtasis del bosque
En el reposo ignorado de nuestros anhelos
Acudimos a los prodigios frágiles del crepúsculo
Contemplando la diáfana inmensidad del río
Antes de que el cielo se nos apagará
Inundando de paz los viejos caminos
Como fogata tenue de sueños vespertinos
En la vastedad cautivante del paisaje
Se mezcla la flor con nuestras almas albas
Exhalando fragancias alucinantes
Cual delirio de placer de los amantes
Cielo plácido de tonos grises
Donde reposa mi alma en tu mirada