La brisa silenciada,
dispersa
palabras, frases,
y hojas secas.
Una corriente marina
circula en la concha
deshabitada de una caracola,
como el griterío
de una cacería
entre hombre y animal
entre hombre y hombre.
Ciudad.
Palabras vuelan,
como aves rapiñas,
de muñecos vacíos,
en un juego de placer.
Los muñecos gobiernan,
en un juego de poder.
Deambulan en la ciudad,
amontonan el silencio,
en un agujero,
en un trono distante
erigido en la oscuridad.
Habitante,
vomitas,
pero liberas tu dolor,
cuando los rayos de sol
se hundan en tus manos,
desaten los nudos,
comprenderás el horizonte,
y la oportunidad de volar…