Sentado a la orilla del mar de los sentimientos,
con los pies descalzos sumergidos en olas de nostalgia,
brotan lágrimas de un pecho abierto
desahogando la ausencia de su amada.
Una debilitada y tenue sonrisa se ha filtrado,
escapando fuertes oleajes de frías tristezas,
y entonces apenas logra suspirar un mudo silencio
con dulces recuerdos que lo alegran.
Alza alto sus manos apuntando al cielo
antes que lo cubra un río de memorias,
implora con fe al creador del universo
le pinte un arco iris que lo lleva hasta ella.
De pronto, lentamente se van desvaneciendo
los callados muros que a su mente lo encarcelaban,
dejándolo libre de todo inútil pensamiento,
disfrutando solo de ese amor que lo nutre y lo llena.
Y es así como sigue sentado en aquellos sentimientos,
soñando tanto tenerla a sus anchas,
mientras sus furtivas lagrimas la van dibujando
sobre su pecho lleno de esperanzas.