Estoy haciendo el esfuerzo para una historia narrar,
pero mala es mi memoria, y no sé cómo saldrá.
Veinte hombres en mi vida? No lo recuerdo muy bien.
Quizás fueron 21, o tal vez faltaron tres.
Cuando iba por 14, puede que por 16,
se presentó un mozalbete agraciado y trigueñón, que me declaró su amor.
Eché mano a los anillos, y con él me fui a viajar.
Íbamos para Sevilla, montados en un avión.
Mire, qué pasaron cosas, un campeón me enamoró.
¿De Esgrima o de estilete? Eso también lo olvidé.
Él estaba rechulete y era todo un bombón. ¡Cómo perder la ocasión!
Pero también se acabó; cuando tuve frente a frente los ojos de aquel señor.
El amor llegó a mi vida con la fuerza de un ciclón.
Ahora podría viajar, con pasaje de primera y mire que bien le acoto, terminó la confusión.
Los ojos? Ah! del piloto,
del piloto del avión, eso no lo olvido yo.
Las pirámides de Egipto, ¡qué belleza! ¡qué emoción! Aunque no ví un faraón.
¿Las góndolas de Venecia? Ahí sí que tuve pasión.
¿Los jardines de Dubay y las playas de Cancún? Claro que las visité, me acompañó un portugués.
Como disfruté en París bailando con un inglés, que era todo un bailador.
Y en la Torre de Pisa, creo que tomé café. Esta vez con un francés
En Suecia?, cambió mi historia, nunca supe la razón.
El piloto se me fue y muy sola me dejó, con largos días de fríos y noches en un temblor.
Y aquí, contando la historia de mis viajes de oropel,
viéndome tan solitaria y viviendo en el estrés,
le pregunto mi Señor: A ud no le agradaría montar conmigo a este tren?
Yo soy chica de mi casa, mujer fiel, enamorada,
para nada interesada, mucho menos mentirosa,
solo tuve mala suerte.
¡Piénselo!, ¿Me va a perder?