Luna es una muchacha no tan hermosa, pero, con sus encantos y de la alta sociedad, se halla sin amor alguno. Luna es una señorita de ojos azules y sus cabellos son rubios como el del color del sol, pero, no es tan hermosa como sus amigas de la alta sociedad. Ella, Luna sabe una cosa y es que su mundo está hechizado por el tormento de una ira sin contemplación. Cuando en su mundo sabe que el deseo se convierte en un santo de su propia devoción. Cuando en el altercado de sus propios problemas se hechiza en la forma de dar en su corazón con un sólo amor. Si dentro del ocaso se convierte en un sólo ademán y tan frío, de esperar por el ocaso para que llegue la noche fría y desolada como en el ambiente una sola frialdad. Que dentro del dolor se debate una sola vida, pues, en el corazón y en su latido espera por la luna fría para poder dormir en soledad y tan fría como la luna en el mismo cielo. Cuando en su vida, sólo en su vida, en la vida de Luna, la luna era tan fría como su piel llena de temor y de ansiedades. Cuando en el amanecer sólo vé la lluvia descender, hacia la cúspide de un nuevo atardecer con las flores de mayo a su costado. Cuando en el silencio y en la conmisera desolación se convirtió en odio toda su vida. Y sí, Luna buscó en el buró, una solución, una carta u otro serio problema, cuando su alma quedó fuertemente adherida a la vida en soledad y en solitario amor y sin una debida pasión que dice que ama realmente. Cuando en el alma de Luna, lleva el nombre de la luna fría, álgida y de una noche clandestina, gélida y tan desolada como el mismo frío en la piel. Aunque en el delirio automatizado de la gran espera se debió de dar con el silbido o de un ruido sórdido en la noche a expensas de la mala realidad. Si en su destino y en su camino va el mal desenlace, lo funesto y lo terriblemente en la amarga soledad. Dejando solo el corazón y amando a la soledad en el tiempo y en el coraje de entregar la razón. Cuando en el silencio creyó Luna en la luna artificial o fantasiosa, la que en la noche se pierde en derredor soltando y amarrando un llanto de frío con luz del nácar virginal de la noche con carcajadas sin calores. Y descendió por el fuego a la luna fría por donde el fuego se siente como el mismo reflejo del sol por el mismo día. Si Luna se siente como la misma luna fría y deseando amarrar el calor del sol que por el día sobra y hace zozobra. Cuando Luna no finge el deseo en ser amada y amar como toda mujer en la vida. Si la luna es álgida y tan fría en la noche a expensas de la verdad se siente como tan solo está el corazón y el alma sin la luz que emana de la suerte en tener de cerca como la luz en los ojos. Cuando en el alma de Luna era como el hábito o el vicio de dar con el dolor dentro del alma. Si era como el desastre o como el hálito de Luna y sin temor de un frío inocuo devastado o destrozado por el aliento que proviene de sus labios sedientos de amor. Y Luna prosigue dentro del ocaso frío, que desnuda el silencio por completo, dejando de amar y de amarrar el sol por el día, como un silencio atroz en el alma. Es como destruir el alma en un santiamén si fue como la verdad en su corto existir, cuando el alma se destrozó de viento frío y de conmisero instante cuando en el suburbio de la naturaleza se enfrío de temor incierto. Cuando en el mundo de Luna se vió pequeño y tan frío como la nieve fría y tan gélida y sin perdonar a la vida quedó Luna. Y devastada de iras insospechadas y de silencios autónomos de irrealidades sin sabores extraños, y se dedicó en cuerpo y alma, a saber de su invisible existir y sin amor alguno. Si Luna se mira en el espejo y ¿qué mira?, a una sola silueta marcando el rumbo y la dirección sin la buena suerte de verse tan hermosa como sus amigas de alta sociedad, pero, sí, muy inteligente, intelegible y con una sabiduría envidiable que pretende en ser como una silueta marcando la envidia y soslayando en un sólo rumbo. Y descifrarse al espejo y correr de un lado a otro, marcando el rumbo a seguir y a pertenecer al cielo alto, sin poder correr en el desastre de un ese final. Cuando ocurre el imperio de los ojos de Luna llorar de pena y de dolores y tan malos como poder albergar en el alma una sola hermosura y era la luz que de ella podía emanar. Sustituyendo en la falta de belleza, candor y virtud y sosiego y una paz y muy envidiable, en que sólo el hechizo se dió sin contemplar una belleza como en una pócima de una bruja que quiere belleza en un cuerpo, el cual, no es inmortal.
Habrá una fiesta en el pueblo en favor de los pobres subordinados de la región y de la zona. Y Luna intransigente como caminante en la zona donde se guarda el más de los sentimientos más nobles para esa clase de gente. Ella, Luna no sabe que el destino y el camino se encierra en una sola soledad de saber que la belleza no termina en belleza, sino que empieza con sus encantos y termina en más amor. Y Luna lleva una senda en saber que su destino era como la vez aquella en que el aire se siente tan suave y tan delicado como el saber que su esencia es como el algodón. Como el suave desenlace de un final travieso se siente como el vaivén sin saber que en el baile está su pensamiento y más que eso está su amor en un porvenir incierto. Y con un incierto final se debate una espera por esa noche intransigente, pero, muy delicado de esperar por el tormento de creer en el amor a ciegas sin mirar el físico de cada quién. Y ella y la luna pueden saber que el deseo se convierte en el alma observando el trance de la verdad, cuando en el percance de un todo se aferró el gran deseo de saber que el camino y que el destino se siente como la misma fuerza de dar con el mundo y con sus terribles encantos de mujer fatal. Porque cuando en el desenlace de dar con el reflejo del sol se siente como el suave y delicado atroz de un silencio efímero y tan corto, pero, preciso. Si Luna se siente desbaratada de amor y por un suspicaz de un mal desenlace de querer con ansiedades a un amor y a una eterna pasión. Y Luna lo sabe de la fiesta en la zona para los pobre, pues, su esencia y más que eso se debate una sola espera de saber que en el desierto se cosechó una ira insolvente de dar con el delirio y con el desafío a muerte y en la espera de proseguir una senda con el amor, sí, con el amor verdadero. Cuando en la espera sueña con el único instante de creer en el amor y en la pasión y sabe más que su presencia estará llena de caballeros en esa fiesta aunque fueran pobres, pues, su forma de debate y de intransigente espera y tan desesperada como inesperada, por llegar a la fecha de esa fiesta en la zona. Cuando en el desenlace final se debe a que el delirio se enfrió de un mayor desastre en creer en la superficialidad de un todo esperando a que el deseo se torne áspero. Como lo fue un desafío de creer en el alma esperando por un sólo tiempo en que el amor no llega como ser correspondido. Y llega la invitación y como toda princesa de un cuento y tan infinito, se torna indecisa, inestable y fría, como el hielo en la misma piel. Y así fue como el mayor desenlace de dar con el mal suburbio de creer en el amor sin amor, sino con un físico, el cual, no le llega ni a los tobillos, pero, sí con sus encantos de mujer fatal. Cuando en el final de un todo se siente como la osadía de dar con el tiempo y más con el desafío a muerte de dar con separar o bifurcar el alma del frío nefasto de caer en el trance imperfecto. Cuando se siente como el amor sin amor, y con ser amada y con amar quedó en derredor de un siniestro y tan cálido como el tormento de dar con toda la verdad. Y así fue que el vil y el siniestro sol hechizó el combate de dar con la pureza de toda verdad. Cuando en el alma se siente como el imperio sosegado de temer al viento y de saber que el viento es frío como la misma piel y sin amor. Y Luna sabe que el dolor la lleva por el rumbo más incierto de caer dentro del ocaso vivo y de saber que el imperio de la soledad se siente como el suave imperio soslayando en una zozobra a muerte. Y en el deseo se volcó en la manera de creer en el desierto sin ser más que un ocaso vivo. Y se fue, Luna por donde sabe que el sol da calor en una sola piel. Cuando en el alma de Luna se vió atormentada de espantos nocturnos que en ela mala situación de caer en el mal de la soledad se intensificó de iras insolvente de creer en el alma a ciegas sin esperar que la luz llegue de esa alma podrida y con esos espantos. Y sabe más que en esa fiesta se siente como el solo deseo de converger en un sólo instante de caer en el amor único y tan verdadero.
Y llega el día de la fiesta en la zona más imperiosa de creer que el alma se halla sola y en solitaria soledad por morir de amor y de pasión desnuda en el mismo tiempo en que el amor no llega. Cuando en el deseo se siente como la ira insolvente de dar el tiempo del alma dando horas inconscientes. Y lleva con ella abanico y vestido bien elaborados con canutillos, perlas y diamantes del extranjero. Cuando se siente como el ir y venir lejos de la vida y de la esencia y de la presencia autónoma de dar con el silbido de un tiempo en que no caducan las miradas de dar con el cálido amor en esa fiesta como toda princesa. Y sí, que llega ella, Luna, a la fiesta, pues, su manera de atraer miradas no esperan por ella, sino que cuando llega Luna se desviven todos por bailar con ella, pues, sus encantos la hacían más bella aún. Ella, Luna, sólo pasa desapercibida por la fiesta llena de caballeros muertos de amor por una mujer fatal como ella nada más. Y ella, Luna, sabe una cosa: el delirio frío se torna áspero, insolente, pero, veraz. Ella quería amar y ser amada. Y más aún con la certeza de un amor sobre sus espaldas automatizando la espera inesperada de solventar la vida con un sólo amor. Cuando en la espera de ver quién quería bailar con ella, se vé la soledad en un desierto sin un compás en la espera tan desesperada. Y en el tormento de la luna fría y desolada se vé un acierto efímero y trascendental por un mundo desolado y tan débil como lo fue morir bajo el imperio desolado de esos ojos muertos por amor y por pasión. Y ella Luna, recordando el dolor de quedar huérfana de amor, de luz del alma y de una pasión sin ser correspondida y todo porque no posee los encantos físicos necesarios para que un hombre se fijara en ella.
Continuará…………………………………………………………………………………………...