El papel es de blanco protoforme
y descanza primitivo en la nada.
Sólo espera
una mano y su pluma
con tinta que guarda y engendra
en su sangre coloreada, sensorial
el discurso plástico de las palabras.
Al trasfondo, quizá en otra dimensión
ya gozan de mediata existencia
la luz que eterniza de placer la conciencia
y la tiniebla inexorable
que torna trágico el pensamiento.
Al par de ello
no queda más que llorar poesía...