El día de mi muerte tírenme al mar,
quemen mis huesos, déjenme morir.
No quiero cantos, no quiero rezos, no quiero misas, déjenme morir.
Déjenme morir, déjenme.
El día de mi muerte olvídense de mí, de quién soy, de quién fui.
Déjenme morir.
No griten, no me llamen, no me busquen, déjenme morir.
Huesos rotos, mirada vacía, alma perdida, déjenme morir.
No tengo nada más que ofrecer, nunca tuve nada para dar, en la soledad mi alma se marchitará, dejen de buscarme, solo quiero morir, déjenme dormir.
—Limoneyes