Cuando Luna se encuentra en la fiesta esperando por su amor y su pasión se dedica en cuerpo y alma a navegar por el tiempo, a recordar y a conmemorar su soltería y de por qué ella era así, su forma y su carácter y su benevolencia hacia un nuevo destino fortalecido de espera intransigente y espera como la esperanza y tan inesperada que nunca logró esperar en realidad. Cuando su mundo se vió perdido, y tan desilusionado como aquella vez en que el deseo se convirtió en alegría cuando recibió su primer automóvil, o cuando recibió su primera medalla de oro, o como su primer éxito en las empresas de su padre el negociador de asuntos gubernamentales del país. Cuando Luna se siente como el pasaje de ida y sin regreso, como una dulce emperatriz que no consigue amar ni que la puedan amar. Ella sentada y con su madre al lado, y Luna con su abanico lleno de flores. Y con su dulce sensación de querer forjar un destino claro y contundente, de creer en el desierto mágico, y trascendental, inocuo, pero, tan infeliz como su manera de dar con el silbido un silencio atroz desde muy adentro de su corazón. Luna llena de miedos y de pavor y sentada en la mesa esperando por ése alguien, que la tomara del brazo y la invitara a bailar, sosegada, impetuosa, llena de ansiedades y de deseos por querer bailar un vals. Pero, su mundo se convirtió en serena, callada, lamentando el instante en que se fue por el rumbo y tan incierto como la promesa de dar con el silencio devastado de una fiesta, a la cual, ella no deseaba pertenecer. Su mundo se le vino encima cuando en el alma no la calmó un sólo momento, cuando en su momento se vió aterrada y tan sola en el mismo salón de fiestas. Y llegó el momento de dar rienda suelta a las fotografías de la prensa, automatizando la espera y tan inesperada por fotografiarse con la sonrisa a cada oreja. Pero, aunque no tuvo el tiempo de bailar, lo tuvo para dar rienda suelta a fotografías con sus amistades y familiares, deseando converger en un sólo compás de relaciones humanas. Ella, Luna por primera vez en la misma sensación de creer en el alma a ciegas, si en el trance de la honestidad, se vió con el corazón roto, cuando todos los caballeros yá tenían pareja, pues, todos se hallan bailando en el mismo desenlace de creer en la pureza del amor. Yá Luna no tenía amigas a su lado, sino que su madre se quedó con ella. Y la verdad de un todo Luna quedó como un silencio automatizado a la espera de esperar lo inesperado, el silencio y el amor propio en su cadencia automatizada de esperar por un sólo suburbio en su pobre corazón. Cuando en su manera de creer en el alma, queriendo barrer el suelo con su vestido al querer bailar con un galán de esa comarca diestra de una zona, la cual, le espera en decaer en el solo silencio, y con las manos vacías en el ademán tan frío de verse a solas, otra vez. Y con la luna fría y tan gélida se convierte en razón la discordia entre su corazón y sus pensamientos. Y, ella, Luna, sintiendo el delirio suave y eficaz, se tornó áspero como el mismo tormento, cuando nadie la invita a bailar, pues, era fea en realidad, pero, posee unos encantos delicados y tan reales como el mismo candor en su piel suave y tan delicada como el algodón. Ella, Luna, no conoce el idioma del abanico muy exacto, pero, aunque no lo practica muy a menudo, se le olvidó en realidad cómo era decir que quería bailar con ése chico si es que ese lenguaje con el abanico existía. Ella, Luna, no sabe a ciencia cierta cómo es el lenguaje del abanico para cumplir con su sueño de bailar con un joven de su edad. Si en el altercado frío y desnudo de creer en el desierto efímero se vió en el trance imperfecto de dar con la noche llena de luna llena, y de saber que en el alma se cubre de espantos nocturnos, la seriedad del alma sin consecuencias dadas y tan perennes de dar con el alma destrozada de tiempo y de ira inconclusa de tiempo y de amor clandestino. Si en el alma y en el sosiego de su tristeza en la calma se llenó de una infelicidad cuando descubre el lenguaje del abanico. Y con su té en mano y brindando con salud se dió lo más importante del evento en la clase alta de la sociedad y más que eso poder bailar con el hombre de sus sueños inocuos. Si Luna en la noche se vió clandestina, impaciente e impasible en la espera de esperar lo inesperado. Si en el ademán tan frío de la vida se dió lo más mal inconsciente de dar con el alma un álgido tiempo en derredor. Cuando en el tiempo y en caducar el tiempo, sólo en el tiempo se sintió tan desolada y en solitario baile se sintió como tan poca cosa. Si su mundo se vió trastocada por el tiempo y más por la noche impetuosa de viento álgido. Y con el tiempo a su favor quiso interpretar un idioma o un puro lenguaje con su abanico lleno de amor y de pasión desnuda. Cuando en el tiempo y más en el baile bailan todos los caballeros con sus respectivas parejas y muchos se hicieron novios. Mientras que Luna sentada en la mesa y en esa silla olvidando el amor y la pasión en el corazón. Cuando en su mundo se electrizó la espera y tan inesperada de creer en el embate de dar con el suburbio en su propio corazón. Cuando en su momento de herir el corazón se esforzó por el instante de dar un sólo lenguaje con el abanico en dar una buena señal para ése caballero que tenía de frente y ella sentada en la mesa esperando por su eterno amor que la invitara a bailar. Si su instinto doblegó una mala razón dentro del corazón, cuando su mundo se vió horrorizado de espantos al no ser correspondida con amor y con pasión. Si su mundo se electrizó de ensueños y de delirios tenues de nunca obtener sabrosura en saber que su mundo quedó como el deseo y como el mal imperio en sus propios ojos de luz opaca por no tener un amor. Deseando amar quedó Luna sosegada y tenue como la misma luz que tenía en su cabeza. Y derribando la soledad quedó sola y tan solitaria, como una rosa desnuda y maś marchita en el jardín de su propio corazón. Cuando en un momento se entristeció de un momento a otro. Cuando su tiempo y su esencia quedó por siempre en el altercado frío entre su cuerpo y su mente y su corazón amando por siempre a su cruel juventud sin amor. Cuando en su momento debió de creer en la autonomía fría dentro del suburbio de su pobre latido del corazón. Cuando ocurre en el tiempo una osadía de un sólo deseo a muerte en querer amar a un hombre y en ser más amada que nunca. Si su silueta marcaba el vals y su abanico el rico lenguaje del amor a escondidas. Tal vez, fue la primera mujer que lo utilizó o se vé como la misma emperatriz de la vida o como el más inmenso amor cuando se debate una sola espera. Si dentro del alma y con la luna llena, Luna, se vé como tan fría o como tan recelosa en la vida. Si cuando se vé en el trance imperfecto de la vida corrió en ser como el mismo desafío en saber que su mundo se había abierto en un suburbio de una pobreza en su pobre corazón. Cuando en el instante de creer en el alma a ciegas, se entristeció por tanto y por mucho de dar con el silbido de su alma una mala suerte en no bailar jamás con un buen hombre salvando el corazón de morir de amor. Cuando llegó en su momento de querer bailar en contra de un sólo rencor, y con un sólo amor en el corazón, si en el alma se vió entristecida de espantos nocturnos de esa noche a ciegas de la tempestad y con luna llena. Cuando en el alma se vió llorar por dentro y por querer amarrar de deseos a su alma podrida de espantos de una luz veraniega cuando en esa fiesta ocurrió lo más indeseado de los tiempos sin amor y sin un hombre para bailar. Si en el deseo y más que eso se tornó devastada y horrorizada por una nieve fría en su piel desde que quedó sola y herida y sin amor. Si en su corazón sólo sintió el desastre de converger el trance imperfecto del delirio frío a muerte segura y sin amor. Porque fue ingrato el dolor de un sólo amor, y de un sólo corazón en el coraje por saber que el deseo muere por sentir en el desastre de querer amarrar el deseo en la fuerza del camino y del destino sintiendo amor y sin amor de un hombre. Si en la mayor penumbra del dolor, se fue como la noche fría hacia la sombra de un sólo por qué. Cuando se fue el desastre de querer amarrar el instante en que se fue y se tornó áspero el desafío frío de querer amar en el aire un perfume y una esencia. Y sí, que Luna lo vé y lo percibe cuando en el alma se vió como el torrente por acariciar el más nefasto de los tiempos, cuando su abanico se siente como el amor verdadero y más querido en el alma y en esa fiesta aún. Cuando en el alma se aferró al deseo inocuo, pero, adverso de la noche de luna llena. Cuando en el alma de Luna se aterró el desastre de creer en la vida que un amor llega sin amor. Y fue a primera vista lo que hizo Luna con el galán de su mente frente a ella. Desnudando la vida y más que el corazón si se abrió de silencios inocuos, también de inestable pavor, cuando el abanico se cerró de momento y lo que él entendió fue otra cosa. El desafío de Luna con averiguar o hacer entender lo que cada palabra significa en el rico lenguaje del abanico. Y ella, Luna, la que en el desierto mágico se vió atormentada sin amor y sin más que la pasión viva en el recelo de la vida se vió entristecida por no saber nombrar lo que ella más desea con su abanico. Si en el alma se siente como el frío dentro de la piel amando el coraje de sentir calor y el amor de un hombre. Y sintiendo el escalofrío en su alma, Luna, se vé como la luna fría, si en vez de cuando se aferró al deseo de amar y en ser amada se vió atormentada de estar sola y en soledad y tan solitaria como una rosa marchita, pero, en su propio jardín del mismo corazón.
Continuará…………………………………………………………………………………...