Las lágrimas que corren a raudales,
y llevan el dolor del corazón,
parecen en el rostro manantiales.
Son muestras que se pierde la ilusión.
Termina aquel amor apasionado,
¡difícil encontrar resignación!
El rítmico latido se ha pausado,
se niega renunciar a lo querido,
reúne sus pedazos, destrozado.
Insiste en no pensar en el olvido,
.y quiere solamente desistir,
¿podrá enterrar por siempre lo vivido?
Depende de su ritmo y su latir.
Muy roto está, sangrando sin medida,
le falta la alegría en su existir.
La pena lo consume y lo intimida,
pensando en la existencia de un futuro,
e ignora la belleza de la vida.
¿Se repondrá de aquel golpe tan duro,
que lo dejó tirado, hecho trizas?
El tiempo ayudará y será seguro,
¡se podrá levantar de las cenizas!