Me llegó tu deseo en la noche,
y sabiéndote lejana,
monté en mi corcel de estrellas,
y le pedí a la mar,
que me acercara hasta ella.
Y sentí en mis labios…
tus labios,
y la ternura de tu ser,
se fundió en mi ser.
Y Así compartimos…
tú allá, yo aquí.
Pero fue tan cierto,
que juntos volamos,
por un cielo abierto,
para nosotros dos.
Y retornamos …
entre flores y cantos.
Y despertamos.
Ahora sí creo…
¡ El amor no tiene límites !
© Saulo García Cabrera
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