Muele el molino
el trigo de la tierra
para hacer pan.
El agua, brava,
que baja por el río
mueve sus ruedas.
Agua del cielo
con llanto de los ángeles
y de los niños.
¡Qué bella estampa
se crea con la mente
y con los sueños!
Sueños de hombres
que vuelven a la infancia
desde el otoño.
Sueños de ancianos
que evocan los trabajos
en la campiña.
Y sin embargo
la vida continúa
en pleno invierno.
Tiemblan los cuerpos,
las almas se estremecen
y vuela el tiempo.
En un instante
la cera de la vida
se ha consumido.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/08/21