Y Luna toma el abanico entre sus manos frías con mitones de encaje y de seda en ellas. Porque en el suburbio autónomo de creer en su alma estaba devastada, entristecida y con miedo y pavor a quedar sola en la vida sin un amor. Si dentro del corazón se dedicó a ser como el redentor del cielo con la misma mala situación de no bailar jamás con un hombre en la pista llena de amor y de ilusiones fructíferas. Cuando en la alborada Luna la sentía llena de miedos y de pavor al despertar sin la ilusión del amor de un hombre pensando e imaginando con la noche anterior. Sintiendo el suave desenlace de creer en el alma sin poder ser ciega a la espera de esperar por lo inesperado. Y sabe Luna que despertar era la decepción en su corta vida, sí, cuando no estará enamorada ni en ser amada ni en amar por un hombre que pudiera conocer en la noche anterior. Cuando en el trance de la verdad se sintió como la misma insatisfactoria memoria de dar con el mal recuerdo de la noche anterior. Cuando en el trance de lo más imperfecto se intensificó la forma de dar con los celos de su propia alma devastada en tristezas. Cuando en su delirio autónomo de creer en la misma sensación de dar con el dolor a sabiendas de la pura verdad de que no hallará el amor por no tener un físico tan hermoso como el de sus amigas. Aunque ella, Luna, se dice que el delirio mágico de dar con el silencio autónomo de creer que sus encantos fascinan a los hombres menos a los de su época en que sólo miran el físico hermoso en el rostro de una mujer. Si sensacionalmente se dedica en hacer fabulosamente inerte el recuerdo de Luna como uno seriamente delicado y fastuoso como el de saber que un hombre la amara. Cuando en el altercado fino de creer en esa noche clandestina y sosegada de creer en el alma sin destino ni un camino frío. Cuando, de repente, se siente como tan fría como tan desolada y tan inestable e impasible, en la sola calma destrozando el ímpetu de dar con el mal desenlace de creer en el alma sin un destino cruel y más sin el amor de un hombre. Cuando en el trance de la verdad se automatizó la espera y tan inesperada de creer en el combate de dar con el alma fría y se sienta, otra vez, en la mesa y él de frente a ella, sin poder fijarse en ella y ella con el abanico cerrado. Él, sí, conoce el lenguaje del abanico, pues, su camino y su destino se aferró al desastre de no creer en el amor, cuando en el alma se intensificó en un sólo mal convenio y de un mal desenlace de dar con el dolor y sin ser amada y sin poder amar a lo que enreda más con el delirio frío de un mal incurable por nunca querer amar más. Cuando en el desenlace de un frío inestable se intensificó la forma de ver el mal deseo de creer en un mal amor como lo fue engendrar el amor en el mismo corazón. Y se fue por el delirio en el fuerte final de un sólo desafío y tan frío como lo era despertar sin amor y más sin un hombre a su lado. Porque cuando en el deseo y en el mejor porvenir de una mala suerte quedó ella sin amor y sin más que un hombre para amar. Y tomó Luna el abanico en sus propias manos y quiso entablar una conversación con el chico de enfrente de ella, cuando sentada en la mesa quiso converger y poder hablar con el jovenzuelo. Si el perspicaz mozuelo se identificó como un joven dulce, cariñoso y con excepción de que le gustan las muchachas bonitas y ella no estaba en sus planes de amorío clandestino en amar a una mujer de alta sociedad y fea. Cuando en su afán de creer en el amor, se aferró a la noche fría y condescendiente de luna llena y tan fría como el mismo hielo. Cuando en el embrague de un todo, se aferró el delirio frío de converger en el alma por un sólo desastre de creer en el empate de dar con el amor, pero, sin amor. Y Luna se siente sola y tan fría que entre sus manos toma y abre el abanico, en señal de ansiedad y de buscando amor y le expresa el abanico que llora, en vez, quiero bailar contigo. El joven quedó apenado y con tristezas de entrever el mal desenlace y un final triste en saber que su mundo se viene abajo, por querer entregar el corazón al amor. Cuando en el trance de la verdad se encierra en el desenlace final de dar con el frío altercado de dar con el final nefasto de dar sin el abanico un buen lenguaje entre ella y el chico que tiene de frente a ella. Cuando en la alborada se cuece de iras insolventes de atraer el infeliz momento cuando en la noche no halló al amor ni al hombre de su vida. Cuando se da lo más incorrecto del mal trayecto de edificar el comienzo nuevo de atraer la mala suerte en ver el desierto efímero de entregar el reflejo del sol, pero, en la noche y en esa fiesta. Cuando se siente como el alma sintiendo el ineficaz tormento de sentir el silencio en el alma y destrozando el abanico entre sus manos más frías para dar rienda al amor puro e inocente de Luna. Si en alma se electrizó el combate de dar amor a la imaginación y al pensar de Luna. Porque cuando en el alma se aferró el instante de creer en el alma sosegada de infeliz amor se sintió como el suave delirio de entristecer el candor de una sola y en solitaria mujer sin el amor de un hombre y sin amor para dar pasión al amor. Y de sentir el coraje de dar con el alma fría fue como el ir y venir en un sólo tiempo, de brindar con la razón y con la salud de unas copas llenas de té. Y él sin poder entender al abanico de Luna, creyó en el desconcierto amargo de dar con la mala amargura de dar con el silencio. Y él, sin poder hallar una solución no se mueve del lugar en esa fiesta. Y ella desnuda de un total silencio y de un abastecer del alma sin la luz que emana de la sola soledad cuando en el alma se detuvo esa luz clandestina llena de sosiego y de calmar una sola soledad. Y ella Luna con el abanico desnudando la vida y más que eso en el alma una sola soledad, se dió un sólo mal rumbo y un altercado frío de caer en el delirio y en el lenguaje del abanico. Y ella, Luna, en el mal desenlace final se electrizó la forma de ver el instante como forma de atraer el amor con el abanico, pero, no se sintió ni se entabló conversación así. Si Luna formando el delirio más efímero de creer en el mal final de dar con el silencio frío y tan efímero como el mal instante de dar con el alma una sola luz veraniega. Cuando en el desastre de entregar lo más fuerte como lo más débil se entristeció de tal forma como aquella vez cuando en el desastre de creer en el alma fría se sintió como tan suave y delicada de un frío tormento cuando se dió la forma de amar, pero, con el abanico. Y el abanico frío y sosegado, tenue y frío, como que el desenlace de dar con el alma fría se siente como el alma fría, y como el desastre de dar con el mismo reflejo como la luz en el mismo instante, pero, se entristeció de fríos y de ternuras cuando su abanico no quiso dar el frío lenguaje de amor y llena de pasión. Cuando en el delirio a muerte se electrizó la forma de dar con el alma tan fría. Cuando su mundo se electrizó la forma de dar con el alma y con el corazón, cuando en el alma se identificó de alma fría, y de tenue dolor, cuando en el alma se entristeció de tormento, y de álgido porvenir, cuando la fuerza de Luna, se dió como el instante de querer amar y lleno de pasión. Cuando en el alma fría se identificó como el mismo desastre de creer en el mismo momento en que se dedicó la forma de dar con el silencio. Si en el instante se dedicó en forma adyacente de dar con el silencio con la forma de creer en el alma buscando un sólo tiempo de desasosiego y de clandestino amor. Y Luna allí sola y en la amarga soledad y de creer en el combate de dar con el silencio, cuando en el alma sintió una fuerza extraordinaria de dar con el combate de dar con el silencio automatizado a la espera y tan inesperada de dar con el rencor delicado, pero, un odio devastador de iras insolventes, y de sonrisitas claras, pero, no correspondidas de dar con el silbido en el oír. Cuando en la alborada se dió lo peor un despertar sola y en la maldita soledad de creer en el destino suelto y sin un camino amoroso lleno de iras insolventes. Cuando en el alma dió lo más álgido de un sólo tiempo en que casi se llenó de iras y de un rencor suave y delicado de un sólo desastre de ver en el cielo una tormenta de gris y de un insolvente temor cuando no tuvo amor ni pasión. Cuando en el tiempo y en más noches desérticas de un sólo deseo y de un sólo mal porvenir cuando en el alma se dedicó en cuerpo y alma una sonrisa desde la silla sentada y el abanico que llora desde la mesa donde el frío se siente como hielo en la piel. Cuando en el alma se sintió suave y tan infructuoso como el ir y venir lejos como el desastre de traer en el alma un gélido y una mala consecuencia de creer en el alma a ciegas como una mentira fuerte como el creer en el alma sin luz como la de Luna en esa mesa sola y tan solitaria. Si en el instante se dedicó en un fuerte desenlace final de dar un equivocado lenguaje con su abanico. Que dentro del comienzo se electrizó la forma de dar con el comienzo de un lenguaje con su abanico, pero, quedó muriendo de pena y de triste convenio. Sintiendo el desastre de creer en el alma a ciegas y de una pureza innata de dar con el silbido en el alma en la silla donde se sentó a esperar lo inesperado. Cuando su instinto se dedicó en forma adyacente de dar con el reflejo una sola solución en el alma podrida de querer amarrar el mal deseo de nunca amar. Cuando su instinto se vió en la forma de dar con el silencio abastecido de un frío inocuo de dar con el gélido en la piel como la misma nieve en el alma misma. Si en el mismo instante de dar un sólo lenguaje en el alma se vió fría y mal consecuente de creer en el alma destrozando el alma y tan fría como dar con la misma mala situación de creer en el alma y sin Dios. Y destrozando el alma y de un tiempo en que el sol no salió del mismo imperio de sus ojos dando luz en el alma desnudando el alma fría y de desconciertos tenues como el saber de que el mismo sol, y se sintió como el suave desnudo. Cuando en el alma se hechizó la forma de entregar el alma de desavenencias nuevas de un sólo frío y dejando un sólo un calor en el alma con el triste lenguaje de dar con el silbido en el oído de un te amo por su candente amor en la pista al bailar un vals.
Continuará………………………………………………………………………………….