Amor, siempre invisible y apasionado
que no dejas vivir, ni en luz, ni en sombra
sobre mi alma tu recuerdo se alfombra
como un candil de amor iluminado.
En la cueva de no sentirte al lado
siente mi cuerpo un eco que me asombra,
es amor, llama ardiente quien me nombra
un ladrido de perro abandonado.
En la más silenciosa austeridad
sufro a diario el recuerdo y sufro ausencia
de no poder tenerte entre mis brazos.
Y con esta infinita soledad,
y el cuerpo obnubilado por tu esencia,
camino con el alma hecha pedazos.