Desde el jardín
suspiran los rosales
en el verano.
Es el calor
la causa de su ahogo
y piden agua.
Les falta lluvia,
y lágrimas del cielo.
La necesitan.
Desde el balcón
contemplas a las rosas,
hoy tan distantes.
Piensas en ellos
los pétalos sagrados
que contenían.
Formaban versos
con besos y caricias
de un gran poema.
Al fondo el mar
se encuentra perezoso
y soñoliento.
Él sí recuerda
las rosas recibidas
en otro tiempo.
Ratos de amor,
de sangre enfebrecida
y de pasión.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/08/21