Tu tren aulla por el carril del tiempo
Y tu te quedas sentado en la banqueta
dormitando en un apeadero
por donde solo se arrastra la hojarasca
una estación en la que ya no quedan vías
ni taquillas, ni andenes, ni cantinas
donde el reloj perdió hasta la saetas
y las traviesas se pudren carcomidas.
Carga tu atillo, tus miedos, tu maleta
sal a buscar ese expreso que te espera
antes de que, cansado de llamarte
toque el silvato y parta hacia otra era
y tu te quedes tirado entre las vías
rodeado de ratas y serpientes
solo, hundido, sin rumbo, sin billete
como un fantasma flotando en la corriente
de un vertedero de sueños incumplidos
de reproches a ti mismo y a tu suerte.
Tomalo en marcha aunque no te quede aliento
arroja lastre, resacas y complejos
busca un asiento en la primera clase
ve al restaurante y pide tu cubierto
saborea un buen vino de la tierra
y disfruta del tiempo y el paisaje
que no tienes billete ni destino
y no sabes en donde has de apearte.