Me ha visitado un gracioso Cupido.
¿Cómo, llegó el varón, hasta mi vida?
Con el corazón de pasión henchido
y una linda rosa en la solapa ceñida.
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¡Señor, era un cupido en la ventana!
Sólo, en los grandes pintores, se ven.
Este era el cupido hecho un hombre.
No de los pintados en las campanas.
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¡Santo Dios!, no dejaba de alarmar,
a los que, por allí, alegres paseaban.
Y vecinos confusos vinieron a llamar.
Era increíble, ellos con él, cantaban.
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Al sentir la bulla a la ventana yo corrí
y me llevé gran sorpresa era un Ángel.
Diantre, ni siquiera de ello yo presumí.
Y de pronto se nos unió un tal Arcángel.
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Dios que confusión, este era un hombre,
Señor, quién es Ud., inquirimos en coro.
Si Ud., es Rosa, yo me vine por su nombre
a pedirle casorio, con pasión y con decoro.
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¡Ah, caramba, y yo que me había hecho ilusión,
con el Cupido, que me canturreó la canción!