No sé qué ha pasado, me siento confusa,
estoy dividida en mi realidad;
y busco en mis sueños, invento una excusa
algo que me explique esta dualidad.
Si busco el consuelo de sus ojos claros,
dulces y profundos, de intenso mirar;
o anhelo el refugio tierno de su abrazo,
cerco que protege mi fe en los demás.
O es su voz pausada, tan firme y serena
la que me estremece de sólo escuchar
que con una frase alivia mi pena,
haciendo de nuevo que vuelva a pensar
que entre tanta gente, aún hay gente buena
sincera y afable, digna de confiar.
Pero ¡qué tristeza! es persona ajena,
¡No me pertenece, no puedo pensar
en hacerle daño con mis sentimientos!
He llegado tarde, tengo que aceptar.
Mas, si él escuchara mis tristes lamentos,
si viera en mis ojos que no puedo más
seguir ocultando esto que ahora siento,
-no seguir fingiendo, quitarme el disfraz-
Él es mi esperanza, mi dulce tormento,
si pudiera amarme, volvería a soñar…