Y TODO ERA MENTIRA
Como comprender que esa idea preconcebida,
De un día a otro se desvanece dejando un estupor en mi vida.
Como me decían desde niña que mi alma se quemaría en las llamas eternas,
Si no bajaba mi actitud de mujer fuerte queriendo la verdad en cualquier medida.
Y mi corazón sentía desde pequeña que estaba atado a ideas injustas,
Y pedía desesperado una respuesta que tu madre no te daba,
Porque era una mujer sumisa que solo temor su mirada reflejaba.
Y creí que a la vida venía a ser subdito que solo recibe ordenes
De esa persona que años atrás no sé como tiene el privilegio
De gobernar tu vida y darse todos los derechos de no tener respeto.
Ese hombre que desde niño le han dicho lo que para nosotras es pecado,
Para ellos es demostración de su machismo basado en su virilidad.
Que la mujer salió desde la costilla de un hombre y como tal,
Está por debajo de ellos, siendo un ser de 2ᵃ categoría sin derechos a protestar.
Y aun recuerdo pasar por el umbral de una puerta, que el silencio
Invadía, la fría sala de aquella casa grande con caras y estatuas
Que mi madre se arrodillaba ante ellas, como pidiendo perdón
Por un pecado que jamás cometió.
Luego nos sentábamos y aparecía un personaje con una mirada de superioridad
Su cuerpo lo cubría una túnica, una especia de bufanda toda bordada,
Quizás con una mano de mujer que plasmaba su gran delicadeza.
Luego él hablaba y lo único que entendía era el pecado original,
Y por eso debíamos entregarnos por ser nosotras las culpables de aquella atrocidad.
Yo pensaba y miraba a mi madre, que gran cosa hizo ella si jamás a salió
Mas allá de su barrio, y aun que quisiera, mi padre no lo permitía.
Solo las mujeres rameras andan por la vida haciendo lo que quieren,
Decía mi padre, pero muchas veces hoy llorar a mi madre
Cuando el no llegaba y pasaban las horas y mi padre con mas orgullo
Se internaba en su cama ya caliente y exigía sus derechos de macho en celo.
Cuando ella alzaba su voz, la callaba con gran temor una mano que se abalanzaba,
Muchas veces vi su rostro abollado, con un color purpura y con un gran dolor en su corazón.
Y sin embargo seguía visitando aquella casa, que solo le prestaba consuelo
Con unos rezos, unos ave maría y con la posibilidad que ponga la otra mejilla.
No decía yo, porque no querer ser igual a ellos, si mi inteligencia veía más allá.
Y revisando libros de grandes historias me di cuenta que no soy la única,
Que muchas mujeres murieron en la hoguera por querer ser sus pares.
Y la verdad solo era de aquellos hombres cultos que se aprovechaban de la ignorancia
De los seres humildes y los castigaban por no tener sus ideas.
Pero sin embargo las cosas hoy han cambiado, mi mente vuela libre, mis dotes
Son grandes y me doy cuenta que todo ha sido una patraña.
El dios de quienes hablan existe, pero está en todas partes, solo miro el sol
Y me conecto con él, las estrellas hacen alabanza de que existe,
Su gran creación la observo mirando el mar, los prados, las montañas
Los ríos y el cielo que por las noches suelta millones de luciérnagas,
Iluminando el camino de lo más infinito que el hombre no ha comprendido.
Y mis oídos se deleitan con bellas melodías de grandes creadores,
Que no han dejado que sus ideas sean amarradas a pensamientos pancistas.
No hay llamas que me quemen por cometer el pecado de la carne,
Al contrario tengo el privilegio de concebir vida, mi vientre es la puerta
De procrear, tanto a hombres como mujeres, y no puede ser cuestionado
Por un grupo de hombres que se llaman los puentes de dios, si son tan mortales
Como mi propia vida, que en paz la llevo sin dañar a nadie en ninguna medida.