Subid, subid
el alma que vuelve a Dios,
subid, por encima
de la bóveda luminosa
dónde perecen los astros.
Subid, como la luz
del alma, que va a las alturas,
después de desprenderse
del cuerpo, que se incorpora
en el polvo.
Subid, dónde nadie conoce
el otro lado del infinito,
dónde el alma cae en la soledad
y la amargura de la noche;
acosada por el alba,
dónde la luz intenta clarear
un lindo amanecer entre
un cielo transparente.
Subid, dónde el firmamento
se conecta con la serena frente,
y el universo, por su parte
se muestra tan inteligente,
un padre universal de luz,
gobierna en nuestras mentes.
Subid, qué vale la vida
que nos acaricia
con un beso de ceniza,
si detrás hay un centinela
que vigila la tumba
dónde moran los mortales?.