Raiza N. Jiménez E.

Semblanza.-

No me basta con sentir la música en tu piel.

Al amor y a la vida les agradezco sus dones.

Ahora, sé que toda edad, es buena para vivir

o para dejar de vivir, sin excesos o con ellos.

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Creo haberle cumplido en extremo a la vida.

Hoy, conservo las nostalgias de lo no vivido.

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Pienso en las angustias de los miserables.

Aprendí mucho con los filósofos de la vida.

Sé que, hoy vivimos tiempos verticales y

concebimos el desnudo, algo muy natural.

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Sin embargo, conjuramos a los paganos

que ensalzaban la quema en vez del amor.

Por ahora, intento expresar con palabras

lo que siento, lo que pienso y lo que intuyo.

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Por un tiempo, anhelaba abrazar las lejanías

y ampliar en mi mente las imágenes del amor.

Como mujer, me veo en todas mis memorias.

Así supe que mi alma medita en blanco y negro.

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Del desamor, olvidé cuál es el principio o el final

y sé que, la rima debe ir por dónde van los suspiros.

De éste aprendí que, cada quien da “lo que tiene”.

Aspirar a más, es ponerse al frente del comando.

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He aprendido en el cauce del vivir a no morir.

Supe por sufrir, cuál es el precio de los apegos.

El amor es sueño fugaz que nos impulsa a vivir.

Y si se va, morimos y no aceptamos sus juegos.

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¡En los juegos del amor, jugar es enlazarse y vivir,

dejar de amarse, por amar, es disponerse a morir!