No me basta con sentir la música en tu piel.
Al amor y a la vida les agradezco sus dones.
Ahora, sé que toda edad, es buena para vivir
o para dejar de vivir, sin excesos o con ellos.
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Creo haberle cumplido en extremo a la vida.
Hoy, conservo las nostalgias de lo no vivido.
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Pienso en las angustias de los miserables.
Aprendí mucho con los filósofos de la vida.
Sé que, hoy vivimos tiempos verticales y
concebimos el desnudo, algo muy natural.
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Sin embargo, conjuramos a los paganos
que ensalzaban la quema en vez del amor.
Por ahora, intento expresar con palabras
lo que siento, lo que pienso y lo que intuyo.
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Por un tiempo, anhelaba abrazar las lejanías
y ampliar en mi mente las imágenes del amor.
Como mujer, me veo en todas mis memorias.
Así supe que mi alma medita en blanco y negro.
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Del desamor, olvidé cuál es el principio o el final
y sé que, la rima debe ir por dónde van los suspiros.
De éste aprendí que, cada quien da “lo que tiene”.
Aspirar a más, es ponerse al frente del comando.
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He aprendido en el cauce del vivir a no morir.
Supe por sufrir, cuál es el precio de los apegos.
El amor es sueño fugaz que nos impulsa a vivir.
Y si se va, morimos y no aceptamos sus juegos.
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¡En los juegos del amor, jugar es enlazarse y vivir,
dejar de amarse, por amar, es disponerse a morir!