Silueta del rencor, no vengas
tan de cerca, mira que tengo
un corazón noble, como de
leña. Fantasma del desprecio, que
en tantas camas te cobijas, no
me rompas todavía, como quien
rompe un cenicero.
Mi vida recta, y mi espacio ordenado,
son lo único que quiero.
Y a ti, indiferencia, río con mil agujeros,
donde el agua fría se enseñorea: no claves
en mí tus cuencas, que ya pasé por bastante.
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