Como un amanecer
de renovación, entre los
goterones de lluvia venían
el amor olvidado, las rosas rojas
del amor, los pétalos amarillos
de la alegría; la ola levantada,
la mirada enamorada, el crucifijo
robado y las caricias al rostro.
Tienen magia los goterones
de lluvia: La mariposa de oro
que revoloteaba se hizo mujer.
Nos miramos, nos agarramos
las manos y vino entera a mi
encuentro, y los dos desaparecimos
un largo rato, nos metimos en la
boca de los goterenos de lluvia,
hasta que nuestros párpados
estén helados.
Autor: Tibaldo Borjas
Venezuela.