Se han ido todos
mientras pasa la peste
cubierto el rostro
con su máscara blanca.
Se han ido todos
y al marcharse
me han dejado la impronta
del miedo que sobrenadaba
en sus desventurados ojos.
Señorea la peste en los parques
y los templos,
en las anónimas morgues
y en el lecho de los amantes.
Pasa la peste bajo
la lenta lluvia de esta tarde
y me mira desde la eternidad
el espanto de la Medusa.