Quién, si no yo, vi la llegada
de una musa alada y en
la playa varada, singular
y muy asolada, quise yo tocar
El agua templada, me acariciaba
olas a mis pies, en arena encallaban
y en la arena la huella gravaba,
más, de inmediato otra ola borraba.
Absorto en mis pensamientos
mi musa, su mirada me hirió,
por entre la brisa salina
en mi corazón prendió
Parecía rusa y de ojos azules
de mirada dulce, hechicera,
semblante de vida placentera
creó en mi perversa curiosidad
Me acerque, sonrisa fingida,
la musa Rusa, un beso
dibujó en mi semblante,
idílico deseo con sonrisa respondí.
De la mano cogidos, iniciamos
camino de amistad latente,
en dirección a poniente
hasta el roquedo horadado.
Mi musa reía, corría, volvía
de mi mano se desvanecía
en mí, euforia transmitía
¡Aquello, prometía!
Mi musa rusa me empujo al agua,
buceando, se escapaba de mí,
mas yo, la seguía, me abrazaba
me besaba y estaba en sintonía
Jugamos entre las olas, entre la arena,
abrazados, besándonos, deseándonos.
se levanta y corre. Ya distante,
le grito, ¡vuelve!, ¡vuelve!
…cansados, fatigados, abatidos,
Ilusionados, extasiados, embobados.
Nos refugiamos en un restaurante.
Seguían guiños, juegos, muecas.
Fueron momentos deliciosos,
minutos ancestrales armoniosos.
Mi musa rusa y yo decidimos
la acción y eternizar de emoción.
Aún recuerdo su cuerpo frio, gelatinoso,
me estremece, ¡no saber su nombre!