Aquella hora en que nacían los versos
vi como te pintaba la luna con su tristeza.
El agua crepitando era un pincel doliente
y caía sobre tus ojos, ocasos de vida nueva.
Se dibujó en tu mejilla la desventura
como una ola de peces y arañas venenosas.
Tu pelo perdió el color, y el alma cayó como un rayo,
no se escondió la angustia que asomaba entre las rosas.
Dormiste entonces, como si resignaras todo
como si no esperaras nada.
Nadie te vio morir con el alba
que se hunde entre los montes que andan solos.
Pero entonces surgió un canto
un despertar sutil entre las hierbas.
Como si del sol naciera el amor
te alzaste radiante y solitaria. Así la luna
paciente y pura, se alza en la noche eterna.
Llena del cariño y la frescura
vaciada del mundo, los espejos y las bestias.
Te llenaste del aire que resiste
y la sangre que refuerza el alma.
Ahora vives, bella y pura
alzando el vuelo a la esperanza.