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**~Novela Corta - Las 12 Espinas en el Corazón - Parte II Final~**

Sí, María Rosa, la niña llena de candor y de un sorpresivo motivo de creer en algo en la vida, se llenó de iras, de odio tan amargo, y de un rencor devastador, por la espera nada más por la espera en demencia por María Rosa en esa cafetería, y fue allí, al otro día, a buscar café, y a sentarse en la misma silla a esperar a su amor conviniendo a la hora exacta de las 10:00 en punto en la mañana. Cuando su rol de mujer entristeció tanto y por tanto, por dedicarse a la prostitución, sí, a la compra y venta de su propio sexo. Cuando su esencia la perdió, y todo por no tener la razón, la cordura y siempre en la demencia o en la vesania vida, dejándose llevar por el maldito sexo y por la destrucción de su vida mendigando amor sin amor. Si María Rosa, se sintió tan y tan decepcionada por el amor, cuando quiso en ser la joven con más sueños que antes, aunque, sí, haya caído en la prostitución, y ella ahorra todo su dinero en una cajita muy escondida avariciamente para poder ser alguien en el mañana y demostrar que sí una mujer como ella podía ser alguien. Si cada vez que pierde la noción no lo hace verdaderamente sino por tratar de no pensar en el mal sucedido en su corta existencia. De esa noche se repuso, convergió, y con una meta en la mente: ser una modelo internacional y muy famosa. Sí, lo pensó mientras espera en la cafetería por un café en esa cafetería donde esperó a su amor el día anterior. Y sí, alli está y se halla María Rosa, imaginando su desgracia para poder convertir con magia en un saludable éxito. Cuando en el trance de la verdad se vió horrorizada, si había perdido varias libritas y se vé la jovencita por su afán en ser una modelo exitosa con su cuerpo delgado como el de las modelos que ella vé en las revistas. Y se levantó de allí, de aquella mesa, en la cual, la acogió como en la espera y tan inesperada de salvaguardar sus emociones y sus dolores en un sólo tiempo en la maldita espera de esperar a su amor, pero, ¿para qué?, si él yá se había marchado de allí para el extranjero y de su vida, pero, no, aunque lo quería y lo ama no lo deja de esperar y saber de que algún día él regresará a su vida y al pueblo o peor aún ella salir del pueblo en son de modelo casi muy famosa hacia el extrnajero donde él se halla. María Rosa, una mujer yá, sola, pero, muy decidida si tiene una perfección en sus palabras al entablar conversación y una suspicaz emoción, perdió la noción o la razón en un momento de débil instante , pero, no el corazón y más con las doce espinas en el corazón. Ella, María Rosa, a cada espina en su corazón le pone un nombre, cada vez que logra quitar o arrancar del corazón, si cada vez que logra una meta en su vida. 

La primera espina le puso como nombre espera, a la segunda desesperación, y a la tercera desilusión, y a la cuarta decepción, y la quinta fracaso, y a la sexta traición, y a la séptima desamor, y a la octava rencor, y a la novena esencia, y a la décima virtud, y a la undécima perdón y a la duodécima odio. La última, sí, la última que arrancará de su pecho inerte, estéril, lleno de odio y de un dolor muy fuerte dentro de su pobre alma. Si esas doce espinas le caían muy hondo y muy dentro de su pecho y de su corazón. Cuando sólo ella, solamente ella, María Rosa, dijo que el silencio lo converge todo, y que sí, sí quería ser una modelo internacional. Tenía personalidad, carisma, cuerpo, presencia y sobre todo actitud. La muchacha parca en la vida se prostituyó muy pocas veces, para poder lograr conseguir lo que más anhela ser modelo. Después de ese trance en su vida y de ese fracaso en su vida logró laborar en la cafetería y así conseguir honradamente el dinero para ser una modelo y más que eso internacional y muy famosa. Luego laboró en una biblioteca mientras se preparaba en un curso de modelaje cerca del pueblo donde ella reside y converge toda su vida. Mientras toma clases de modelaje se vá convirtiendo en una bella y exuberante modelo, pues, su presencia, carisma, y demás personalidad se desvive en hacer de ella una gran modelo. Cuando su tiempo y su mundo se hace como preámbulo de un gran éxito, pues, ella crece como persona, mujer y como una gran e inmensa modelo, cuando su rumbo se dedicó en fuerzas y en fortalezas tan grandes como el haber sido destruida su vida por completo. Cuando en los sucesos de su vida marcó una trascendencia autónoma de creer en el alma a ciegas, con o sin esperas, con desesperación, y con las doce espinas en el corazón. Ella, María Rosa, fue fuerte, decidida, llena de virtud y candor, siendo valiente como tan fuerte. Si su alma calló lo que calla y fundió en su alma una mágica luz, la cual, automatizó la espera y tan inesperada como el tormento de ver y de sentir en ella el silencio total y tan mágico como para poder converger el delirio autónomo de dar con el sol algo en que sólo ella conviene y es que amarró al sol a sus propios ojos. Cuando en su insistencia se dedicó en ser como el sol, dejando ver y sentir los rayos del sol en sus ojos, y con el “nunca me verás más llorar”, y quedó pensativa, imaginando el calor y dejando el frío hacia un lado, destrozando la palabra y más las doce espinas en el corazón. Si esas doce espinas de ése año, en el cual, esperó y esperó desesperadamente a ése chico en la cafetería. Cuando en el suburbio de su alma y más de su corazón se volvió intransigente, doloroso, y muy convidado. Porque cuando el alma se entristeció por todo aquello sucedido, ella, María Rosa, quedó aguardando por el amor, sí, por el amor verdadero. Porque cuando en el ocaso frío se sintió tan suave y delicada en torno a ella, odiando a las doce espinas en el corazón. Sí, espera, desesperación, desilusión, decepción, fracaso, traición, desamor, rencor, esencia, virtud, perdón y odio. La que converge en una mala situación si el hecho dalo por hecho automatizando la espera y tan insalubre como la desesperación. Si en el alma se aferró al mal combate de dar con el siniestro cálido y con un sol trascendental como aquella vez en que el deseo y el silencio, se aferró al mal inconsciente de aquella vez en que ella se perdió, pero, logró a tiempo recuperarse de todo. Todo un año recordando, pensando e imaginando lo que nunca, cuando su vida logró ser aquella vuelta al mundo, en que se convirtió en toda modelo internacional, cuando su mundo se llenó de fiestas y de conmemorar la sentencia de sus deseos en ser toda una modelo y más que eso internacional. Bebió del éxito y más que por ello tomó las doce espinas como un trampolín y dió un pedicoj como saltar hacia el mundo trascendental de creer en el instinto automatizando la espera y tan inesperada de ver su triunfo alcanzar. Y quiso soportar y aguantar las doce espinas en el corazón espera, desesperación, desilusión, decepción, fracaso, traición, desamor, rencor, esencia, virtud, perdón y odio. María Rosa está tan cambiada, su rostro fortificado, y su presencia innata, y su cuerpo fuerte y decidido a todo por el todo. Y ahora se llama Mary Rose, en un inglés perfecto que ella aprendió desde sus inicios en el modelaje. Cuando en su mundo se vió Mary Rose como se llama, como modelo, creció altamente y fuertemente en el modelaje, pues, su figura figuró en su alma una luz condescendiente y automatizando el deseo de ser la mujer que todo hombre desea. Y fue la luz y la oscuridad, el deseo y el anhelo, la lujuria y la pasión, y se olvidó del ayer. Cuando su rumbo se automatizó en saber que en el aquel momento se vió enredado y más en las doce espinas en el corazón, tanto como la espera, desesperación, desilusión, decepción, fracaso, traición, desamor, rencor, esencia, virtud, perdón y odio. Y la espera, sí, por esperar al amor con el ramo de flores rosas rojas para el amor, una espera intransigente, desesperada, y mal estacionaria, y muy mala en el alma, porque la espera desespera y más si se trata del amor, se dice ella Mary Rose, en su camerino esperando a salir para modelar. Y allí mismo en la soledad y en su amargo existir se arranca la primera espina de la “espera”, sintiendo que una espina duele y más si se encuentra en el corazón. Cuando corre como el sentido y como la verdad en la pureza de su alma creyendo automatizar su presencia en el camino caminado y tan decidida como el mismo viento que corre en ser como el capricho y de un sólo sentido. Si Mary Rose cambió tanto y por tanto que logró todo lo que quería, y cuando termina de modelar y en ese transcurso piensa y piensa en la segunda espina “desesperación”, y que no debe de desesperarse si su rumbo yá cambió en todo, si se desesperó una vez y que ese instante no volverá jamás. Y Mary Rose se arranca esa segunda espina en el corazón, sintiendo que la desesperación es para aquella que ama locamente y que se gana en su corazón una espera y tan inesperada y desesperada por amar a su hombre, el cual, ella amó un día como ésa mujer abstracta que se imagina. Vá de camino hacia su apartamento y mira a una pareja discutiendo en su relación, Mary Rose queda observando a ésa pareja y se dice para -“qué desilusión”-, y pensó si hubiera continuado una relación que terminara así, y se miró en el espejo muy parca y extremadamente dura y muy fuerte y se arrancó la tercera espina la que un día sintió desilusión, percepción y autonomía de una fuerte lluvia creyó en el alma a ciegas y yá su piel sin sentido no siente más desilusión que el que le da su trabajo como profesional, porque en realidad hay desilusión también en el ambiente. Y logró llegar a su apartamento y desnudando el cuerpo se viste de calma, de sosiego y de tranquilidad, esperando por el tiempo y más por la noche fría y tan gélida como la nieve o como la lluvia que cae a su alrededor. Cuando en su momento se vió enternecido y de seguro espanto nocturno cuando sintió la noche álgida. Y, ella, Mary Rose, callada y en total silencio se viste con calma, y se entrega a la noche pensando e imaginando todo desde una perspectiva de asombro desde que fue dejada por ése mal hombre que se fue al extranjero y con otra mujer. Y piensa si él la reconoció yá, de aquella mujercita ahora es toda una mujer y siendo modelo se entregó al deseo, a la lujuria, y al compás de la vida a ser mejor y más fuerte y que en el ayer dejó todo, como un rumbo o una sola dirección, la cual, la vida le dió otro destino y otro camino. Cuando en su momento se miró, otra vez, en el espejo y qué vió, a una mujer fuerte, decidida y con tenacidad, con audacia y con un silencio atroz, que imparte ley y respeto, cuando en su mundo se siente como aquella vez en que fue dejada y por un hombre que no la amó. Y Mary Rose irrumpiendo en un gran e inmenso deseo se recuerda de todo, desde la espera desilusión y la decepción que le dejó ése amor. Y se arrancó la cuarta espina en el corazón “decepción”, cuando en su alma quedó como la cruel obsesión de un dolor en decepción, cuando no condenar lo que le sucedió, jamás ni nunca. Y se miró en el espejo y se dijo una vez más que, “nunca más me verás llorar”, a qué o a quién se refiere a la vida, al amor y a la pasión y a las rosa rojas llenas de aromas, pero, con espinas y más que de dolor. Si en su alma, se vuelve como el ruido o como el atroz viento que sopla en la ventana desnudando el álgido aire, cuando en su momento se hirió como el tormento y como el viento roza la calma. Exagerando en el cielo o en el suelo un vuelo extremadamente peligroso, cuando su vida se tornó áspera y tormentosa, pues, su mundo se electrizó de tal forma cuando su alma exaspera y como arrancó la desesperación se dijo no, no quiero más. Y se fue a dormir y recordó lo intransigente que se volvió su vida para hallar y conseguir lo que obtuvo sin nadie más que ella, su razón y su perseverancia en un camino lleno de piedras. Y arrancó la quinta espina, y se dijo ¡uf!, el “fracaso”, no está hecho para mí, si yo soy el éxito y el triunfo alcanzando lo que nunca imaginé. Y esperó y durmió hasta una mañana, la cual, le espera de todo, y cuando despertó se vió, otra vez, en el espejo y recordó que yá casi estaba vacía en el corazón, dejando atrás todo el dolor de su propia alma, pero, recordó la sexta espina en el corazón “traición”, y se dijo -“no, no más”-, aquella traición dejó mucho qué desear y se entristeció de espantos y recordó lo mucho que le dolió aquella traición. Y mira a su porvenir, lo que le espera cuando el triunfo y sus metas las alcanzó y no las dejará caer jamás, se dice ella misma. Cuando al sol lo encadenó a sus ojos y sin llorar más, se dijo una vez más -“no, nunca me verás llorar”, vida, sol, amor y pasión y las rosas rojas aquellas con que el mundo se le vino abajo. Y se dijo -“no más”-, si las doce espinas en el corazón le duelen como daga mortal en el mismo corazón, pues, su esencia y personalidad compaginan, pero, en su mundo real no, pues, su forma de dar con el cielo automatizó su presencia como una delicada y muy trascendental para el comercio y más la moda. Y se arrancó la séptima espina en el corazón “desamor”, y recordó que era a las 10:00 de la mañana y puntual, cuando en su momento se electrizó de traición y se vió mal y devastada. Y fría y mal se halló Mary Rose, cuando vá a modelar una marca francesa de “bodysuits” y veraniegos. Mary Rose se sienta en una silla mal de salud y con desganas y se asienta la vida y más el amor que le tiene a la vida aunque yá le halla jugado una mala pasada. Y se convirtió en una leona y más con cría, y decide salir a modelar y agarra fuerzas de donde no las tiene, y se dijo -“no, que no vá a dejar caer lo que construyó con tantas fuerzas y dedicación”-. Y se levantó con tantas ganas con desganas y salió a modelar los “bodysuits”, y vé a ése amor que la dejó una vez plantada en aquella cafetería y lo atrae fuertemente con la mirada, y con el reflejo del sol en cada ojo y al terminar de modelar se ganó todos los aplausos de la gente y más que eso ganó el respeto y más que el alboroto de su triunfo cosechado en camisas llenas de sudor. Cuando en su mundo y su complicada existencia se vió aterrada y arrancó de su corazón unas de las doce espinas en el corazón, el octavo, el “rencor”, y recordó el rencor hacia ése hombre letal y mortífero, y más cuando lo mira en las gradas del estadio donde ella se presenta como la modelo Mary Rose. Todas las miradas y más las grandes expectativas era todas para ella, para Mary Rose. Y pensó Mary Rose, -“yá sabe que soy modelo”-, ése hombre, el cual, la abandonó por otra desde hace mucho tiempo atrás. Cuando la noche se convirtió trascendental, y dueña de la vida y del amor y del desamor también, y de la verdadera virtud de creer en la vida. Y, Mary Rose, quedó como el principio por el hecho de dar con el amor de su vida, el cual, la dejó como una espina espetada en el dedo por tomar una rosa con aromas. Cuando le duele y le dolió más que las doce espinas en el corazón cuando lo vé y lo mira con ojos llenos de sol y de insospechado odio. Cuando en su manera de atraer el amor no lo atrajo nunca más, pues, fue lo más sagrado de la vida para ella. Cuando en el altercado frío y con un sólo desastre se vió horrorizada de espantos fríos cuando en la noche en su apartamento se sintió casi satisfecha, pero, no complacida del todo, desea venganza y una vindicta eminente, la cual, se enredó de penas, de amores y más que las doce espinas en el corazón. Cuando se aferró a un porqué o una sola soledad llamando al demonio a convertirse en su más fiel aliado. Y efectivamente lo invocó tanto maldiciendo a ése hombre, el cual, la abandonó en la cafetería que lo siente muy cerca de ella. Cuando por fin al salir de ese estadio lo mira y lo observa y lo vé a los ojos definitivamente, ella y los “staff” la llevan muy veloz por el tiempo y por su carrera de modelo que por aquella vez no era así. Ella lo mira fíjamente a los ojos, y él ni se da cuenta de que era ella María Rosa, pero, sí, vió en sus ojos aquellas doce espinas en el corazón que quedaron estrechadas en contra de su pecho espetadas dentro y más en su corazón. Y Mary Rose, lleva en su alma y más en el silencio autónomo de creer en el fin como algo impetuoso y sin poder descifrar. Y se dió el rencor en el alma cuando por aquella vez se miró fíjamente entre los ojos de ése hombre. Y lo miró y más se llenó de rencor, pero, se olvidó de algo que en una mujer profesional como ella nada más como ella, no puede sentir rencor, porque no es de ética saber que en su profesión no puede dejar saber que posee rencor, y se olvidó de ése hombre sin importar que su venganza vá como hoja al viento. Y el noveno de las doce espinas en el corazón, fue la “esencia”, su pureza y su aroma como el de las rosas rojas aquellas que tenía y que compró de la floristería le recordó cuando se entregó a aquél hombre vendiendo su cuerpo y más a su propio sexo. Cuando en el altercado frío y tenaz se electrizó y la arrancó de su pecho, o sea, de su corazón, y se dijo nunca más entregaré mi candor de mujer, porque en realidad nadie se la merece siempre como un total fracaso en su vida: el amor. Y Mary Rose, y se fue por el pasillo de atrás del estadio y ése hombre le notó algo que había perdido su virtud, sí, aquella virtud que le quería entregar y que no fue capaz de sostener. Cuando en su mundo y más que eso la perdió más cuando se entregó a la prostitución sin guardar el presente de aquella mirada de ése hombre, el cual, la dejó abandonada y fríamente desolada. Y ella, en el auto sentada y riendo de felicidad, se dijo, “no nunca más me verás llorar”, y vió a la luna y recordó al sol y más el reflejo del sol le llenó los ojos de luz aunque fuera de noche. Cuando recordó su virtud, aquella inocente virtud que poseía María Rosa, y arrancó la décima espina en el corazón y se dió de cuenta de que ése hombre se llevó su gran virtud la que aún guarda muy dentro de su alma y más de su cuerpo virginal, que aunque no lo era así se siente la nueva mujer, como nueva y todo porque su mundo estaba renovando todo. Cuando ella en el pasaje de la vida y más que eso la persigue las sombras y por demás las penumbras soslayando en la luna álgida y de luna llena, cuando en la noche se vió atormentada y quiso a ése hombre en su apartamento. Le expresa al “staff”, fuera del estadio que lo quería y que quería hablar con él. El “staff”, como perrito faldero lo busca y lo halla. Ella, Mary Rose siempre consigue todo lo que quiere, pues, en su momento se entregó en cuerpo y alma a la sed de venganza, cuando su mundo se vió volcado con las doce espinas en el corazón, arrancando una a una de su propio corazón. Cuando en su momento Mary Rose quedó como emperatriz del mundo y más, tiene un alud de rosas rojas en una habitación esperando por el amor o por el desamor. Llega al apartamento y encuentra allí, a ése hombre, el cual, ella amó y odia tanto. Cuando se acerca al oído y le repite algo al oído y le expresa la palabra “perdón”, y de repente, atrapó la palabra y la arrancó de su corazón a la undécima espina en el corazón. Y quiso ser feliz, pero, se volcó su razón en aquella demencia o vesania locura en tortura y le dijo al oído llevando al hombre de espaldas hacia aquella habitación y le dijo “te odio”, y arrancó de su pecho la duodécima espina en el corazón. Y más que eso le dijo, “no, nunca más verás llorar”, y con el sol en sus ojos en esa noche álgida, le entregó sus veinte y cuatro rosas rojas y con las mismas espinas que ella apretó en su pecho en aquella cafetería dejando caer su cuerpo hacia ese alud de rosas rojas e hiriendo su cuerpo con las espinas y más a su pecho como el dolor que ella sintió una vez. Y le dijo, -“soy María Rosa, a la que a las 10:00 de la mañana me dejaste esperando por un amor que no fue verdad. Ahora soy yo, la misma, con las rosas rojas de aquella floristería te las entrego y con todo espinas, amor”-, le dijo dicho. Y las doce espinas en el corazón quedaron por siempre, sí, pero, en el corazón de él y no en Mary Rose. 



FIN