Alfredo Saez

-El Desdentado Ladrón-

 



Fue al comienzo del frío penúltimo  mes

 concurrido barrio medicato de la Española,

protocolos de rutina de los viejos otra vez

gastar en terapeúticos remedios de última ola.

 

Uno más soy de esos pedestres ancianos

declinante bajada  desde  Bulevar y Rivera,

los bálsamos ya vademecum en las manos,

 lento mi caminar, bien por la umbría vereda.

 

Paisaje a la altura del Liceo de los Domínicos

-“Cánidos que aman al Señor”-

vino traidor el golpe, empellón de borricos,

rodando yo por el suelo con sumo y agudo  dolor.

 

El solitario joven  “beach come” se llevó

documentos, mi dinero y los ungüentos;

y en acto sorpresivo el desdentado ladrón

devolvió a mi piedad los caros medicamentos.

 

Luego solidaridad inmediata  de un atento vecino

recuperándome veloz con ayuda la verticalidad,

traumatizado el tan sensible hipocondrio costal,

 y otros sanguíneos magullones en esta pre Navidad.

 

No oraré mañana al fácil favor de amar  al prójimo

siendo primera precedencia,  que ese mandato sea por mi ,

 si, como presumo, viene próxima rapiña, baleo en racimo…

sin considerar  ya de antemano... si el pichi ¡es adulto o gurí!