Tomislav

Mil cuatrocientos sesenta días

En la penumbra de la madrugada,
tu visita inusitada,
me despierta.
 
Los besos furtivos se fueron,
evocando el recuerdo
de hace mil cuatrocientos sesenta días.
 
La bella sonrisa, 
pintada en tus labios.
Y esta inefable sensación,
de tenerte y no tenerte.
 
Y me visitas.
No se si estoy dormido,
o despierto.
 
Te falle.
Amor bendito.
 
 
Tomaste mi mano,
sentada a mi lado.
Como el tronco del árbol,
a sus raíces atado.
 
Te quise. Te amé.
Fuiste mía.
Y te juré por toda la vida,
hace mil cuatrocientos sesenta días.
 
Y viajamos a León.
El seco paisaje. 
El cielo azul.
El mar: Mi corazón.
 
Tu olor, en mi piel
impregnado.
El mercado, la calle, el sol
la gente. Y el mar: Tu corazón.
 
Y pensar, que esto,
es nada, sino un recuerdo
de hace mil cuatrocientos sesenta días.
Te estoy pensando.
 
 Mas no sé si estoy llorando o riendo.
Porque aquel día,
 el tiempo se detuvo,
y yo con el.
 
Te vi desnuda.
Mas no vi tu cuerpo.
Vi tus miedos, tus sueños,
tu ilusión, y tu deseo.
 
Y en ellos,
estaba yo.
¡Ah! Tontedad.
¡Ah! vana cobardía, la mía.
 
Como quisiera yo,
regresar a aquel día.
Asirme de tu mano, y no separarme de vos,
como el mar y la arena no se separan.
 
Como el sol y su luz no se separan.
Como la tierra y la luna, no se separan.
 
Dolor inconmensurable.
Amor inmarcesible.  
El mar. Y tus besos.
Y me duele, no tenerte.
 
Mil cuatrocientos sesenta días,
han pasado,
y me duele, me arde en el pecho, quererte,
y no tenerte.