Alfredo Saez

-La SustituciĆ³n-

 

 

 

Se callaron

todas las interrogantes

a la hora del diente

cuando el canino de calcio

se hendió en la comisura del alfabético  labio.

 

Hizo perfecto el tajo

que no vendrán más,

ni éxtasis ni ancianas hipótesis,

falsías de leyendas inventadas,

 fama de prestidigitadores  del Verbo.

 

La realidad es más compleja

que no hay verdades vigorosas

 si no existen sus firmes probanzas

con el sello real que autentica

la solidez de la hermenéutica.

 

Es muy árida la Maratón  de los bulos

corriendo por pistas de cenizas doradas,

ardientes magmas volcánicos, ríos de piedra pómez,

o realismos mágicos, fatigados  y sin pulsos

al  andar cansino prospectivo, ya  en ligero retroceso.

 

El que veloz se aproxime a la colisión de las venturas

verá la agitada  bandera a cuadros blanquinegra

de la azabache Señora mortuoria del mástil victorioso,

mientras oculta su filosa guadaña ceremonial,

fugados los  cerebros decodificadores del Antiguo Orden.

 

¡Cambien rápido los fiscales todas las verdades! Urgente!

afilen las Navajas de Ockham, por favor y por mandato,

e inhumen más pronto aún los silogismos del estagirita

al claro resplandor de la luz más prístina que se conserve:

La necesitarán pontificia en el adviento de una  nueva Religión.