Se callaron
todas las interrogantes
a la hora del diente
cuando el canino de calcio
se hendió en la comisura del alfabético labio.
Hizo perfecto el tajo
que no vendrán más,
ni éxtasis ni ancianas hipótesis,
falsías de leyendas inventadas,
fama de prestidigitadores del Verbo.
La realidad es más compleja
que no hay verdades vigorosas
si no existen sus firmes probanzas
con el sello real que autentica
la solidez de la hermenéutica.
Es muy árida la Maratón de los bulos
corriendo por pistas de cenizas doradas,
ardientes magmas volcánicos, ríos de piedra pómez,
o realismos mágicos, fatigados y sin pulsos
al andar cansino prospectivo, ya en ligero retroceso.
El que veloz se aproxime a la colisión de las venturas
verá la agitada bandera a cuadros blanquinegra
de la azabache Señora mortuoria del mástil victorioso,
mientras oculta su filosa guadaña ceremonial,
fugados los cerebros decodificadores del Antiguo Orden.
¡Cambien rápido los fiscales todas las verdades! Urgente!
afilen las Navajas de Ockham, por favor y por mandato,
e inhumen más pronto aún los silogismos del estagirita
al claro resplandor de la luz más prístina que se conserve:
La necesitarán pontificia en el adviento de una nueva Religión.