Moscú, ¡ciudad de contrastes!
Nacida de un silente río
que te dio su apellido
y al pie de una colina
con miles de gorriones
que endulzaban con su algarabía
las frías madrugadas.
Moscú, arteria fluvial poco profunda
rivalizante con arterias de asfalto
que al amanecer enloquecen.
Moscú, ¡ciudad de contrastes!
Me sumerjo dentro de tus entrañas
y palacios por doquier encuentro,
envidia del mismo Lucifer
que para sí los soñara.
Su quietud contrasta con el continuo,
con el intermitente ruido
de un gusano de metal
que los comunica boca a boca,
puerta con puerta.