No me inspira el amor tu hermoso cuerpo
ni lo inspiran tus ojos de amatista;
ni el fulgor tan rediante en tu sonrisa
ni tu voz que de Bach es regio arpegio.
No me apresan tus labios de cerezos
ni tus manos sedosas y bonitas;
ni tampoco tu encanto de Artemisa
que me ofrece las mieles de tus senos.
¡Me seduce de tu alma su ternura
y el perfume que emanan tus palabras;
cuando tierna y mimosa siempre juras
que serás de mi vida su esperanza;
y vivir el amor en donde alumbra
de la dicha su flor inmaculada!
Autor: Aníbal Rodríguez.