Mi musa me ha abandonado,
que regrese no consigo.
Dice que la he traicionado,
y está molesta conmigo.
Siempre llegaba impaciente,
y en sus versos me enredaba.
En la rima no pensaba,
escribía diligente.
Le pedí que se calmara
para la conversación.
No logré que se sentara,
pues rechazó mi opinión.
Cree sus versos perfectos,
repletos de sensaciones.
¡Ni décimas, ni sonetos!
y no quiere explicaciones.
Mi musa está atrincherada,
ofuscada, resentida.
Celosa, y se le olvida,
que solas no somos nada.
Vuelve musa, vuelve amiga,
y compartamos nuestro arte.
Ven, no temas superarte.
¡Y que la rima prosiga!