En ellos se dibuja la tarde,
con sus oscuridades
y chubascos,
vientos fríos de octubre,
despedidas crueles,
lúgubres salones,
toscos caminos.
Perlados por las ausencias,
mentiras, culpas
y esperas inútiles
se vuelven invierno frío,
febrero interminable,
féretro de ilusiones.
Desde ese abismo insondable
emergen alados, cual cóndor altivo,
como sol de abril,
ardientes hogueras,
frescura de ríos cristalinos y libres.
Desafiantes ojos tuyos.
Han besado el suelo
y rozan el cielo cuando quieren.