Aguanta fuerte,
las ráfagas de viento,
pasarán pronto.
Son vendavales
de brisa y de nordeste
y no es galerna.
No tengas miedo
el mar se muestra ansioso
pero es normal.
Bajo este viento
nacimos en el norte
y en él crecimos.
Fue nuestro amigo,
atento compañero
y hasta guardián.
Fue confidente
de gritos bien regados
con gruesas lágrimas.
Pero también
estuvo de testigo
en otros ratos.
El primer beso
que dieron nuestros labios
él los selló.
Por eso al viento
le quiero y le confío
mi corazón.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/21