Habita cada sentir en mis palabras
pues no hay letra que no sea una íntima confesión,
Hay sangre en el fuego que transita mis venas
y cada noche corto mis brazos para escribir.
Derramo pasión sobre la hoja en blanco
y con largas pinceladas derrocho soberbia,
Inocua variedad de emociones palpita en mis renglones
sacudiendo con fuerza al que se esconde dentro.
Esta alma sensible llora a gritos desconsolada,
tratando de ocultar la poca felicidad que reside en ella
Entre gritos y sollozos que, solo atraen más tristeza,
Pareciera que su único enemigo, es ella misma.
Por eso, expulso de mi cuerpo esta sangre
porque estorba al fuego que me habita,
y aunque a veces solo parezca una chispa
Es suficiente para incendiar el bosque.