No le culpo
sin percatarme ya estaba inmersa en el laberinto, en la magia de la noche y en el mismo abismo desatando el fuego
lo sabía, sólo fue fluir al viento en cada línea de su prosa
¡Vaya arrebato! desvanece mis resquicios de cordura mientras le danzo a la utopía y a la blasfemia
remolineando al viento los cabellos enredados con los sueños, con los deseos, con
la tibia humedad de cada letra entre mis labios
y la prisa por la coincidencia
y la demencia.
Siendo clemente, hoy decido ser menos Mía y compartirme suya
le robo un beso la expectativa y acaricio la ironía tan sutil como mi respiración sobre su pecho creando vehementes galaxias en mi universo ¿por qué no?
El permiso me lo otorgo cada que le traigo de visita a mis adentros
tan íntimamente como la misma conciencia que reclama el riesgo.